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FERNANDO OTERO

Publicado por
CAPILLOS ARRIBA PABLO RIOJA BARROCAL
León

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C uando José Luis de la Varga —‘Jose’ para los amigos y ‘Flopy’ para sus compañeros— interpreta una de las cerca de cincuenta marchas que tiene en su repertorio la Banda de Música del Dulce Nombre de Jesús Nazareno no sabe si está poniendo un Do, un Sol menor o un La sostenido. Y ni falta que le hace. No entiende de lenguaje musical —que no de música— pero desde bien pequeño, cuando apenas tenía nueve años, forma parte de una «pequeña gran familia» en la que comenzó tocando el tambor, pasó por la corneta y ahora se las ingenia con la trompeta. Todo de manera autodidacta. En lugar de corcheas, blancas o fusas, sus partituras están plagadas de números que ‘le soplan’ la nota exacta que ha de sonar. Hoy, a sus 48 años, es uno de los ‘veteranos de guerra’ de una banda que apenas se tomará un respiro el Miércoles y el Sábado Santo.

Curtido en mil y una batallas, rememora con nostalgia cómo un tío suyo, bracero de la Flagelación, le inculcó el amor a la Semana Santa leonesa y aunque suene a tópico, no duda a la hora de afirmar que «papón se nace, no se hace». De aquella eran pocas las familias que podían financiar los instrumentos de sus hijos, así que su primer tambor se lo prestó —como a tantos otros— la Banda de Cruz Roja. «Yo era de los que llevaba el redoble, recuerdo una ilusión enorme».

A los 18 la mili ‘le pilló por banda’ y fue entonces cuando cambió la percusión por el viento. Aunque una de las etapas que más le marcaron es en la que formó parte de la Ronda que cada Viernes Santo recorre —a la espera del alba— las calles del viejo Reino levantando a los ‘hermanitos’, que ya es hora. «Nosotros recibíamos el testigo a las dos de la mañana, cuando los fotógrafos ya no te van a ver. Pateábamos la ciudad de cabo a rabo. Que fuera a tocar a tu casa la Ronda suponía un gran honor».

Otro de los tópicos al que ‘Jose’ no duda en otorgar veracidad es la «unión» que existe entre los componentes de la banda. «Estamos todos a una». Ese es parte del secreto. Si no fuera así, resultaría complicado verse las caras dos veces por semana —durante prácticamente todo el año— en la trastienda que da forma a esa otra Semana Santa. Perdónalos y La Niña de Santa Ana son las marchas que tocaría una y otra vez en un bucle infinito.

Hombre de fe con un puñado de virtudes y otros tantos defectos, no se esconde a la hora de dar la cara por Jesucristo. Eso le ha causado más de un disgusto pero al mismo tiempo innumerables alegrías. No se considera ejemplo de nada y menos de cristiano. Simplemente entendió que todo es pura gratuidad.