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Un lustro para el Museo y la eternidad para llenarlo

La laboriosa tarea de construir las instalaciones puede haber sido más sencilla que la de convencer a las cofradías de trasladar allí su patrimonio

León

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En los ecos del día después de la conclusión de una Semana Santa de pleno en celebraciones, el ambiente paponil se llenará hoy (ya lo hizo ayer) de mensajes en torno a la fugaz celebración de diez días y a lo largo que se hace el tiempo de espera hasta que retornen a la calle los pasos.

Seises y abades (maestres, hermanos mayores, presidentes y presidentas incluidos) han repetido hasta la saciedad durante estos días la necesidad de convertir todo el año en una Semana Santa especial que no se vive solamente cuando la túnica está puesta.

La fórmula que mejor encaja en esa filosofía bien pudiera ser la puesta en marcha efectiva del Museo de la Semana Santa.

Desde la puesta en marcha de las obras —la real no, la de los planes— pasó casi una década hasta que en cuatro años se ejecutó la construcción de la instalación. Camino de dos años después de la inauguración, salvo la exposición del Encuentro Nacional de Cofradías y acciones puntuales amén de eventos internos de cofradías, poco uso más ha tenido en este tiempo.

No es lo malo que no se haya dinamizado su utilización en todo este periodo. El peligro real radica en la creciente sensación de que las cofradías no están dispuestas en número significativo a llevar tallas significativas de su patrimonio y que las principales figuras que adornan las procesiones se van a mantener casi con total seguridad en las iglesias y parroquias en las que se hallan en la actualidad.

Con alrededor de cinco millones de euros de presupuesto inicial y posteriores aumentos en varias partidas, la instalación no encuentra el punto de arranque para materializar el fin con el que supuestamente fue ideado. Y lo peor es que no se otean en el horizonte expectativas de que vaya a ser a corto plazo.

Así las cosas, las filosofías contrarias a los argumentos que sustentan la Semana Santa se cargan de razones para poner en solfa la idoneidad de la inversión. Ahora que un museo podría reforzar el carácter turístico de la capital, se podría lograr un doble objetivo con una sola acción: ponerlo en marcha de una vez por todas. Pero cuanto más pasa el tiempo, más complicado se antoja que se consiga el objetivo. La solución solamente está en manos de las cofradías y, por ende, de la Junta Mayor.