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Las Siete Palabras se elevan al cielo

Javier Fernández Zardón pone voz al Pregón a Caballo de la cofradía, tras recordar al que fuera su primer abad, Eduardo de Paz, desde los soportales de la plaza de San Marcelo y con pesar porque la lluvia impide salir al cortejo

Pregón de las Siete PalabrasMARIA FUENTES

León

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Tras un sentido homenaje al que fuera el primer abad de la cofradía de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz y apasionado de la Semana Santa leonesa, el reconocido abogado Eduardo de Paz recientemente fallecido, el encargado de impartir el Pregón a Caballo, Javier Fernández Zardón, pidió "la venia" a los "corazones púrpura en revoloteo albinegro", en un juego de palabras que describió el hábito de estos hermanos, de terciopelo rojo sangre, capa de raso negro y capirote blanco.

Recordó a los jugadores de la Clámide y el "raseo quedo, la puja despaciosa, al natural y por derecho" con que procesionan estos hermanos, que siguen "los cánones de la primigenia fundación".

'Motorines' destapó "el tarro de las esencias" para referirse al humo de papón, y habló de Sara y de Laura, de los "sueños a rienda suelta, a botasilla de pasión" dónde trotan las emociones.

Fernández Zardón mencionó al hermano Revenga y aludió al despertar de una Legionensis enmudecida para acompañar a ese Cristo Salvador, mentor de los Valderas, "deambulando a voluntad del Santísimo de la Agonía" y que cabalga frente a las tinieblas de un Jueves "que anuncia Viernes de rasgado velo y penitencia tricolor".

En su pregón rememoró la negación tres veces del Maestro antes de que el gallo cantara y por supuesto las Palabras, "siete en el matadero".

Aseguró que "importa conocer el pasado, interpretar el presente y llegar a suponer un futuro".

Como alegato final, animó a cabalgar " a vuesas mercedes a la gloria, amparados al patrón, arropados por el de Los Valderas, ese Cristo exangüe que nos interroga el alma y vive en la gubia de los dos Fernández y en el hombro lacerado de sus braceros".

Motorines elevó su voz ante una plaza de San Marcelo cubierta de paraguas y sintiendo que la lluvia ague el desfile a caballo.