La Dolorosa mueve miles de almas en el primer cortejo de León
Donde se sostiene la fe
Truenan los redobles de los tambores, repican las campanas. La plaza del Grano está repleta. Todavía es de día cuando La Dolorosa otea la calle desde un trono decorado con claveles y
Inmemorial y solemne procesión de La Dolorosa (La Morenica). Así se anunció su paseo por las calles centenarias del Barrio Húmedo y su continuidad por el centro de la ciudad. Salió de la iglesia del Mercado, donde permanece todo el año. Y lo hizo vestida con un manto de terciopelo carmesí bordado en oro. Recogimiento, silencio y dolor. Muchos ojos se humedecen ante la emoción de los cánticos de las hermanas Carbajalas, a quienes la Virgen visita cada año como agradecimiento a su acogida durante las obras de reforma del templo que preside. Una corneta inicia un diálogo con el resto de la banda, que aumenta la intensidad de sus sones cuando la Virgen asciende por la enconada y angosta cuesta del convento. Va anocheciendo, y los faroles comienzan a desprender una luz cálida. Le siguen cientos y cientos de mujeres con velas, y esta vez un hombre. Piden «que se acabe la guerra», «salud, que he estado muy delicada» y «que la gente quiera a la Virgen de los Dolores», contestan algunas de las penitentes, muchas con escapulario de la Congregación de los Siete Dolores. Los repiques de campanas toman el relevo en cada parroquia. También hombres y mujeres se alternan cantando la Salve. El rezo es para los 56 braceros que sostienen el paso cuando llega a la plaza de Santo Domingo. Culminan los fieles con el último cántico, esta vez cuando la Virgen es recogida de nuevo en la iglesia del Mercado. La Virgen de los Dolores sostiene a su hijo en brazos. Su procesión, la fe de miles de leoneses.