El obispo consuma el indulto de un joven ex preso envuelto por una empapada multitud
La lluvia no perdonó
«Que, ¿cómo me siento? Cómo me voy a sentir, bien». Esas fueron las palabras del ex preso Andrés N.F., de 26 años, cuyo indulto fue consumado ayer por el obisp
La penetrante austeridad de la cofradía del Santo Cristo del Perdón, representante de uno de los barrios obreros más populares de la ciudad, sobrecogió ayer frente a la fachada de la Catedral. El cortejo fue abanderado por el paso titular, el Santo Cristo del Perdón (1965), que fue portado a hombros por los braceros hasta que se encontró con la Pulchra Leonina. Fue en ese momento cuando los papones levantaron los brazos y elevaron el paso lo más que pudieron como símbolo de alegría. Envuelto entre los fuertes sones de la banda, fue colocado frente al Locus Appellationis, al igual que las otras dos tallas que llenaron de esplendor la procesión:el Santo Cristo de la Esperanza (de serie) y Nuestra Señora de la Paz (1987). No faltaron los romanos protegiendo el segundo paso, ni la cofradía invitada, ni los penitentes, ni las manolas. Este año sólo faltó un papón, pero sus hermanos lograron sostener el recuerdo del joven con un ramo de flores ofrecido al paso de su devoción. Enfilados todos los cofrades frente a la fachada catedralicia, el obispo consumó el indulto concedido por el Ministerio de Justicia, que leyó en su integridad el alcalde de León, Mario Amilivia. Monseñor López Martín dijo:«Todos tenemos necesidad de ser perdonados por nuestros hermanos», «todos debemos estar dispuestos a perdonar. Pedir y ofrecer perdón es una vía profundamente digna del hombre y, a veces, la única para salir de situaciones marcadas por el odio y la violencia. El perdón, en su forma más alta y verdadera, será siempre un acto de amor». Tras el perdón de sus ofensas, el reo Andrés, de 26 años, condenado por robar en Valencia de Don Juan, ya era un hombre totalmente lilbre. Es el sexto liberado por la cofradía desde que creó esta tradición en los años 60. Su continuidad fue interrumpida entre 1972 y 1998, cuando la hermandad decidió pedir de nuevo el indulto al Gobierno. Entre los asistentes, además del numeroso público anónimo que acogió con calor a los cofrades del Perdón, ayer se encontraba el vicepresidente del Senado, Alfredo Prada.