Astorga se echa a la calle para aclamar la entrada de Cristo en Jerusalén

El Domingo de Ramos introdujo a los astorganos de lleno en la Semana Santa. Tras el Viernes de Dolores, llegó la procesión de las Palmas, en recuerdo de la entrada triunfal en Jerusalén, para continuar con la de Nuestra Señora de los Dolores, que, ya por la tarde, se quedó en su capilla, a consecuencia de la lluvia. La mañana de ayer en Astorga fue calurosa, para lo que ha sido este invierno. Las nubes, que dejaron salir a la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén, no fueron tan benevolentes por la tarde. La procesión de las Palmas se caracterizó por congregar a un buen número de gente en todo su recorrido, pero de manera especial en la plaza Mayor de la ciudad. A las once y media, cumpliendo el horario con una puntualidad germánica, el paso llegaba hasta la fachada del Ayuntamiento, donde se encontró con el cabildo catedralicio, para la bendición de las palmas y los ramos. El estandarte de la hermandad mostraba luto, en memoria de Antonio Prieto, que ocupó el cargo de hermano mayor, cuyo fallecimiento se produjo hace poco y cuya memoria guardan los cofrades de la Entrada en Jerusalén. Los 87 braceros que pujan la popular borriquilla , paso de mediados del siglo pasado, tallado en madera policromada por Ángel Rodríguez y Puente mostraron su saber hacer en los recovecos que, en ocasiones, formaba el recorrido y, de manera especial, en la entrada a la plaza de España. El desfile contó con un excelente acompañamiento musical, a cargo de la Agrupación Musical de la Expiración de Salamanca y la banda de cornetas y tambores de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y Cofalón de Astorga. Las autoridades civiles y militares esperaron a la comitiva junto al Ayuntamiento para luego unirse a ella y continuar hasta la catedral, donde se celebró misa. El aguacero La Archicofradía de Nuestra Señora de los Dolores no pudo salir de la iglesia de San Bartolomé. La imagen, que da nombre a la agrupación penitencial, data del siglo XVIII y es obra de José de Rozas y se restauró en 1999. Mientras se decidía la suspensión, se rezó un vía crucis.