El «Santo Potajero» da su toque de distinción a La Bañeza y comida a más de dos mil personas

«Santo Potajero , lléname el puchero», rezan los bañezanos. Y, precisamente para que no falte comida los hermanos de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad pusieron el bacalao en remojo y seleccionaron la legumbre, cortaron cebolla y pimiento... En los útlimos días se han realizado todas las labores necesarias para el reparto de los garbanzos con arroz y bacalao con que el Santo Potajero obsequia a los que se acercan a la capilla de la hermandad, que ya superan los dos millares. La imagen del Potajero , un pequeño Cristo con la cruz a cuestas, de unos treinta centímetros de altura, se ha preparado para este día con especial cuidado, al corresponderle presidir un día tan singular desde el paso que pujan los niños. Desde la madrugada La jornada de hoy comienza de madrugada. En el patio de la sede las Angustias se mezclarán los ingredientes en enormes ollas para comenzar una lenta cocción. A las nueve de la mañana está prevista la misa en honor del Potajero y ya habrá comenzado el reparto de números para que, sobre las dos de la tarde, después de la procesión, el rezo del rosario y la bendición del guiso, comience a pasar el público con los cacharros en los que les servirán el tradicional potaje -al que acompaña un trozo de pan, una naranja y una pasta- traídos de casa. Cocinar para tantos trae consigo una preparación que se inicia semanas antes del día señalado -los cofrades recorren la ciudad pidiendo donativos con los que sufragar el colosal banquete- y hablar de cantidades que rondan los varios centenares de kilos de arroz, bacalao, pan, fruta... El santo del potaje, el familiar Potajerín , dio de comer en otros tiempos a los presos de la ya desaparecida cárcel del partido judicial y a los desamparados tres veces al año: en las pascuas de Navidad, Resurrección y Pentecostés. Ahora se le reserva el Miércoles Santo y forma parte de la tradición y la cultura de la ciudad.