La multitud acude a la Sagrada Cena
Centenares de leoneses y turistas se dieron cita en la plaza de la Catedral para no perderse el comienzo de una de las procesiones más esperadas, deslucida por los interminables parones
Minutos antes de la hora prevista para el comienzo del desfile procesional de la Sagrada Cena, centenares de personas abarrotaban la plaza de la Catedral para no perderse el comienzo de una de las procesiones más esperadas de la Semana Santa Leonesa. El reloj marcaba las ocho en punto cuando los miembros de la banda musical de Santa Marta anunciaban el inicio del desfile con el repique de tambores. El primer paso en aparecer fue el de la Casa de Betania, en el que aparecían las figuras de la Virgen y Jesucristo rodeadas de vistosas flores de colores y flanqueadas por varios miembros de seguridad ante la cantidad de curiosos. Sin embargo, la puntualidad con la que se anunciaba el inicio de la procesión no duró mucho y el interés de leoneses y turistas dejaba paso al tedio ante las paradas interminables de los cofrades de la agrupación de Santa Marta que no acababa de dar dinamismo a los pasos. Como manda la tradición Tras las manolas, vestidas de negro riguroso, con peineta y rosario como manda la tradición, llegaba el segundo paso de la procesión. EL Lavatorio, la última de las tallas adquiridas por la hermandad de Santa Marta en 1998, se hacía paso entre la multitud al compás del repique de los tambores y del sonido de las trompetas, que dan ese toque inconfundible a la semana de Pasión. Los flashes de las cámaras de algunos turistas comenzaron a disparar con el fin de inmortalizar la talla, engalanada para la ocasión con multitud de flores y ya iluminada ante la caída de la noche. La imagen era procesionada por cerca de un centenar de braceros que la mecían con cada uno de los pasos que daban en el largo recorrido. La banda femenina de Santa Marta ponía la nota musical, aunque con golpes suaves que señalaban que el desfile no arrancaba de forma definitiva. Pasados más de treinta minutos de la hora del comienzo de la procesión, los presentes en la plaza de la catedral pudieron ver, por fin, la talla de la Sagrada Cena que, debido a su magnitud y su enorme peso, no puede ser pujada por los braceros, sino transportada por medio de ruedas. En ella podía contemplarse el buen trabajo del imaginero cántabro Víctor de los Ríos, a lo que se añadía, al igual que en las otras dos imágenes, el variado color de las flores que la rodeaban. Algunas de los representantes municipales, entre los que se encontraba el ex alcalde la ciudad, Francisco Fernández, también desfilaron al final de los pasos.