CATORCE ESTACIONES PENITENCIALES
Un sobrecogedor silencio preside el recorrido del vía crucis de las Siete Palabras por el casco antiguo
A partir de las doce de la noche partió de la parroquia de San Marcelo el Solemne Vía Crucis Procesional organizado por la Cofradía de Las Siete Palabras de Jesús en la Cruz. La comitiva estuvo configurada por los hermanos de la orden acompañada por los acordes musicales de la carraca, el tambor y la corneta. La Banda de Música de la cofradía de las Siete Palabras interpretó distintos arpegios en señal de respeto y veneración hacia el Cristo Crucificado, su creación data del 21 de abril de 1989 incorporándose elementos de metal como trombones o trompetas. Durante todo su recorrido presidió un absoluto silencio que hacia aún más sobrecogedor todo el cortejo. En todo momento se respiró un impresionante clima de religiosidad propio de los acontecimientos más ortodoxos que engrandecen la ciudad. Se establecieron las distintas estaciones penitenciales mediante los toques de la Ronda de la Cofradía. El Vía Crucis de las Siete Palabras literalmente deja sin respiración a quién lo contempla debido a su magnífica puesta en escena y la atmósfera tan inquietante que se crea a su alrededor. Uno de los puntos culminantes del periplo pasional fue su paso por la calle del Hospicio para desembocar a la plaza del Grano, en éste punto todo sus integrantes fueron los auténticos protagonistas de la noche leonesa ataviados con sus túnicas rojas y capirotes blancos destacando sobremanera en el adoquinado de la muestra artística leonesa. Los cantos gregorianos realizados en la capilla de las MM Benedictinas y el besapiés posterior fueron una auténtica delicia para los espectadores asistentes al evento. Para que el cortejo sea lo más equilibrado y homogéneo posible y nadie de sus integrantes destaque ningún miembro de la Junta de Seises porta distintivo alguno en la búsqueda nuevamente de la sobriedad. El Vía Crucis de las Siete Palabras nació con los albores de la década de los años noventa con una clara vocación de respeto y mutismo. Nadie queda inexpresivo ante éste acontecimiento tan enigmático, con una fuerte carga emotiva y su principal vinculación litúrgica - penitencial. La única talla que aparece durante el Vía Crucis es un Cristo Crucificado de Amado Fernández realizado en 1966, siendo una copia del Cristo de los Balderas realizado por Gregorio Fernández en el año 1631. Es portado por cinco hermanos de la cofradía.