La plaza Mayor volvió a registrar un lleno absoluto para presenciar la llegada de la Dolorosa, San Juan y el Nazareno
El Encuentro, entre aplausos y más lluvia
La climatología adversa obligó a cubrir con plásticos los pasos y a acortar el recorrido
Con las primeras horas del día en la mañana del Viernes Santo salía de forma majestuosa la talla del Nazareno de la iglesia de Santa Nonia, todo un símbolo para los hermanos de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, la más populosa de todas las que desfilan en la ciudad de León. La manifestación gráfica más antigua que se conserva de la orden es una xilografía de 1866 realizada por Federico Ruíz que acompañaba al relato del poeta Gustavo Adolfo Bécker en el semanario editado en Madrid denominado «El Museo Universal» que narra dos acontecimientos destacados del cortejo como son el Encuentro y el Sermón. El cortejo recorrió diversas calles del viejo León donde se pudo comprobar el esfuerzo de los braceros debido a las estrecheces y las dificultades que éstas oponían. Los hermanos superaron la cuesta Castañon progresivamente por cada uno de los grupos escultóricos siendo uno de los puntos más delicados de todo el recorrido. Todos ellos fueron desembocando en la Plaza Mayor situándose alrededor de la misma a excepción del titular de la orden que lo hizo en el centro. La imagen aérea se convirtió en sobrecogedora, la parquedad de las cuatro mil túnicas negras contrastaba con la amalgama de colores de la multitud que abarrotaba el espacio urbano. Los pasos de la Dolorosa y el San Juan quedaron afrontados delante del antiguo consistorio. La banda de cornetas y tambores interpretaron los sones musicales que acompañaban a las imágenes devocionales conmoviendo a todos los presentes. La reverencia Los braceros de la parte delantera del San Juan realizaron una prolongada reverencia a la Virgen bajo una sonora salva de aplausos de los asistentes. El cuero de los guantes de los braceros de ambos pasos se entremezclaron entre sí simbolizando de la mejor manera posible la solidaridad entre todos los integrantes y la verdadera devoción a Nuestro Padre Jesús Nazareno. El acto, como es tradición, concluyó con el abrazo de los dos seises responsables del evento mediante la entrega de un ramo floral por parte del representante del San Juan hacia su compañero de la Dolorosa. El acto del Encuentro se remonta a mediados del siglo XIX junto con un sermón o plática «para demostrar al público el doloroso paso de la amargura de la Virgen...» En 1976 se decide suprimirlo, restaurándose en 1989 el acto de la escenificación y el Sermón en el 2003. Hacia San Isidoro Una vez finalizado el evento central de la procesión de los Pasos, el cortejo se dirigió en busca del merecido descanso en la plaza de Santo Martino. Fue a partir de este instante cuando los problemas meteorológicos hicieron acto de presencia y deslucieron el cortejo penitencial. La incipiente tromba de agua que arreció sobre la ciudad hizo necesario por parte del abad de la orden y de su junta de seises, de manera acertada, tomar la decisión de acortar la procesión para salvaguardar en lo posible el valioso patrimonio de la cofradía por lo que cubrieron con plásticos las imágenes. Sin embargo, y tras el primer chaparrón y unos tímidos rayos de sol, los hermanos retiraron los plásticos para que los cientos de personas agolpadas en las calles pudieran ver la tallas y los tronos en todo su esplendor. Sin embargo, un gran aguacero cayó sobre el cortejo cuando ya estaba a punto de entrar en Santa Nonia. A pesar de todo, el tiempo no impidió contemplar las imágenes, encabezadas por la Oración del Huerto realizado por Víctor de los Ríos en 1952. La tradición clásica también tuvo cabida durante el Viernes Santo en la procesión de los Pasos a través de la gubia de Francisco Díez de Tudanca 1674 con el paso del Expolio, Gaspar Becerra en la Flagelación del siglo XVI y Pedro de la Cuadra esculpiendo el Nazareno, el icono referencial de la Cofradía de 1612 que en la presente edición pasional porto una soga al cuello perteneciente al convento de las Clarisas con una antigüedad de cuatrocientos años a través de la leyenda de la niña que fue arrastrada al convento realizando sus votos en el cenobio posteriormente. De comienzos del siglo XX son el Ecce Homo 1905 y la Crucifixión 1908, solo el Cristo incorporándose a comienzos de la década de los años noventa el resto de las tallas. En 1923 se realiza la Verónica a cargo de Francisco Pablo. La buena ejecución de Angel Estrada tuvo cabida en la cofradía a partir de 1964 con la incorporación de El Prendimiento. El Cristo de Laureano Villanueva de 1973 rompió una etapa de sequía creativa de la cofradía ante de la necesidad de tener un Crucificado. Higinio Vázquez fue el autor en 1977 de la espléndida Coronación que tuvo en la procesión de los Pasos un lugar de privilegio. Por último el sevillano Navarro Arteaga ha sido el último en incorporar su genio artístico a Jesús mediante su Exaltación de la Cruz procesionada por primera vez en el año 2000. Durante todo el cortejo se pudo apreciar la excelente labor de los montadores con la magnífica puesta en escena de los pasos. bajo la tutela de Juan Carlos Campos. Destacado homenaje merece las flores para la ornamentación de los pasos, comentario generalizado entre los espectadores y el reconocimiento hacia su artífice Melchor Gutiérrez San Martín.