| Crónica | Catorce pasos hasta la cruz |
Sólo para hombres... y para puristas
El Vía Crucis organizado por la cofradía de Nuestro Señor Jesús de la Redención carga la noche de sonidos íntimistas, con las carracas tradicionales, esta vez sin velas
No tiene más que quince años de existencia la cofradía de Nuestro Señor Jesús de la Redención, pero es tiempo suficiente para que las catorce estaciones que componen su Vía Crucis se hayan convertido en cita ineludible del arranque de la semana. Partiendo de la Plaza del Grano, la particular comitiva, que solamente acepta hombres en sus filas, se hizo apoyar en los estandartes de la cofradía de Jesús El Nazareno de la vecina Asturias para recordar pasajes bíblicos especialmente señalados. Y así, aún cuando el frío de la noche se apoderó de la concurrencia, sorprendida después de un día soleado, al menos en la perspectiva, el Cristo de la Redención pudo lucir majestuoso su estampa y hacer una luz en medio del misterio de la noche. Fue la forma de que los propios asistentes abandonaran el papel de público para ejercer tareas penitentes y sumarse a la pasión. Es lo que tiene la climatología, que ante la ausencia de lluvia, la imaginación se multiplica. Carracas por un lado, silencio por otro, y en medio, los tambores de turno. La iglesia del Mercado tomó aspecto por momentos de particular entierro improvisado, aún cuando la semana apenas ha iniciado el camino y la teoría dicta que al Sepulcro no se llega hasta el viernes.