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Alrededor de 1.500 papones acompañaron a las tres imágenes en su itinerario procesional

El vía crucis leonés cantado del Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio sube hasta el Calvario Angustias, Soledad y Lágrimas, tres caras para la Virgen

La procesión de Dolor de Nuestra Madre llenó las calles de la ciudad de recogimiento

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Silvia Nuñez Silvia Nuñez - león león
León

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Después del fiasco por la imposibilidad de sacar al Dainos, por segundo año consecutivo, el pasado domingo por la tarde a causa de la lluvia, la Cofradía del Santo Cristo de la Expiración y del Silencio aprovechó la tarde noche del Martes Santo para desarrollar su tradicional vía crucis leonés cantado, que recorrió las catorce estaciones penitenciales ante las cruces latinas del interior del templo franciscano de la capital leonesa. El acto respetó la esencia con la que fue rescatado por parte de los responsables de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio, y que a su vez forma parte de su nombre. El recogimiento y la austeridad marcaron el paso de los catorce episodios que representan el ascenso al Calvario y la crucifixión en la cruz del Señor, siempre con el acompañamiento de los cofrades y las voces del coro de mujeres de Villalobar, que entonó cantos populares típicos del Martes Santo. El vía crucis terminó con el besapiés del Santísimo Cristo de la Expiración, efectuado por el escultor vasco García Irurozqui en 1941, una imagen que presidió todo el acto y que es titular de la Cofradía de los toreros en Madrid, donde fue recuperada. El objetivo de la cofradía leonesa con la organización del acto es recuperar el tradicional vía crucis cantado que se realizaba antiguamente por el exterior del templo entre el desaparecido convento de San Francisco el Real y la iglesia de San Claudio. La procesión más mariana de cuantas componen el programa de la Semana Santa leonesa desgarró ayer el atardecer de la ciudad con el paso de las tres representaciones del rostro de la madre: Angustias, Soledad y Lágrimas, que dejaron tras de sí un rosario de sensaciones en las que asentar un día más el camino de Pasión hacia el descendimiento del Viernes Santo y la posterior resurrección de la mañana del Domingo. El cortejo diseñado por Nuestra Señora de Angustias y Soledad en 1993 -solución para dar salida a todo su patrimonio imaginero en los años impares en lo que no organiza la procesión de Los Pasos- reunió a cerca de 1.500 papones al pie de las imágenes para acentuar el cargado simbolismo mariano de la cofradía y volvió a sintonizar con el sentimiento de la calle, deliberadamente inclinada para ofrecer su hombro al Dolor de Nuestra Madre, un concepto que consigue ser a la vez nominador y descriptivo. La Virgen de las Lágrimas, realizada en 1952 por Manuel Gutiérrez Álvarez, abrió el deambular procesional a hombros de 98 braceros de la cofradía y como primera muestra del carácter del cortejo: un rostro dramático de dolor acentuado por la dureza de sus facciones. A su zaga llegó por las calles de la capital leonesa la Virgen de Angustias -que por segundo día consecutivo salió a hombros de sus 92 papones- con la imagen del señor muerto sobre las rodillas y el recuerdo agrio de la crucifixión plasmado en los tonos agudos de las cornetas. Una tonalidad negra que cundió hasta los tuétanos bajo los ojos de la Virgen de La Soledad -sin palio y con el estreno de una vara rectangular- envuelta en el olor a incienso que ya impregna a toda la ciudad. Tres sensaciones para tres vírgenes, que contaron con la presencia de las cofradías de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz, y las Tres Caídas de San Andrés del Rabanedo como invitadas.