La Madre y el Hijo se encuentran a través de la Virgen de la Esperanza y el Cristo de las Tres Caídas

La Cofradía de la Vera Cruz de La Bañeza escenificó ayer un dramático encuentro durante la procesión del mismo nombre, entre la Virgen de La Esperanza y el Cristo de las Tres Caídas. Numerosos ciudadanos esperaban en las cercanías de la capilla y ante la casa consistorial la llegada del cortejo procesional desde antes de su salida. Precisamente, la cita tuvo su momento más emotivo en la plaza Mayor, cuando, después de recorrer diferentes calles, Madre e Hijo fueron a tropezarse delante de la iglesia de Santa María. Allí, frente a frente, y con la ayuda de una grabación, ambas imágenes parecieron hablarse y lamentarse de los sinsabores de la Pasión de Cristo, antes del canto de una saeta y de que la banda municipal de música interpretara un motete como colofón al acto. Después de la intervención del párroco de Santa María, Santiago Carrizo, la comitiva se reorganizó para proseguir el desfile. La hermandad repitió el emocionado diálogo entre las dos tallas en vista del éxito que tuvo este acto cuando fue introducido en la procesión el año pasado. Nuestra Señora de la Esperanza, realizada por Jesús Manuel Benítez Castro en el año 2002, que desfiló en la tarde del Domingo de Ramos cubierta por plásticos a causa de la lluvia, pudo resarcirse anoche de este contratiempo, y lucir por derecho las nuevas tallas de su paso, que muestran diferentes escenas de la vida de Nuestra Señora, incluida la Crucifixión de Jesús. Mientras, el Cristo de las Tres Caídas, obra de factura anónima del siglo XVI y restaurada en el 2005 por los leoneses José Luis Casanova y Ana Isabel Panera -autores de varias imágenes de la Pasión de la capital- procesionó sobre el trono que la cofradía estrenó el sábado para portar la Vera Cruz. Éste, elaborado para el singular nazareno, queda completado por unas vidrieras en sus laterales, frontal y trasera, que muestran las tres caídas y el emblema de la hermandad.