| Reportaje | El Bierzo llora la Pasión de Cristo |
Silencio y dolor en Ponferrada
La imagen de Jesús Nazareno del Silencio recorrió en la noche de ayer las calles centrales de la capital berciana, arropada por cientos de cofrades y un público devoto que enmudeció a su paso
La noche se volvió muda ayer en las calles de Ponferrada, que se volcó ante el paso de la imagen de Jesús Nazareno del Silencio. Arropada por centenares de cofrades y con el calor de la devoción de miles de ponferradinos y bercianos en general, el Cristo del Silencio, una las imágenes más queridas en la capital de la comarca, salió de la Iglesia de San Pedro para rememorar uno de los episodios más latentes de cuantos nos recuerdan el Calvario del Señor. La cofradía de Jesús Nazareno del Silencio, que viste túnica blaca y capirote morado, fue un año más la encargada de organizar esta procesión que llena la noche del Miércoles Santo en la capital berciana, sin duda, una de las más seguidas por los ponferradinos, que acompañan al Cristo con su fervor y con el respeto de su silencio, alumbrado sólo por la luz de sus velas. La cofradía «de arriba», la de Jesús Nazareno, que será la que organice las procesiones del Jueves y Viernes Santo (hoy y mañana), acudió como invitada a la noche silenciosa que se vivió ayer. Sus túnicas negras, y blancas y rojas, abrieron una procesión que acompañaba al Cristo con la cruz a hombros que levantaban los nazarenos. La comitiva recorrió, desde su salida de la Iglesia de San Pedro a las 22.30 horas, las calles céntricas, llegando a la plaza de Lazúrtegui, la calle Camino de Santiago, República Argentina, la Avenida de España, la plaza de Fernando Miranda, la Avenida del Castillo, Navaliegos y Pérez Colino de vuelta a San Pedro, en una noche apacible y agradable en la que sólo se oía el retumbar de los tambores y el agudo sonido de las trompetas que acompañaban al Cristo. La presencia de público fue masiva, así como la de personas que participaron en el recorrido de la procesión sin el atuendo de nazarenos, un recorrido de fervor que se prolongó silencioso durante más de dos horas.