| Crónica | Respeto salpicado de tambores y cornetas |
La Luna con la Virgen de la Amargura
La titular de la procesión cierra un cortejo en el que se dan cita siete pasos pujados por braceros de Minerva y Vera Cruz
Misma hora y casi idéntico lugar. Eran las ocho y media de la tarde cuando la cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio partía de la iglesia del convento de San Francisco el Real de los padres Capuchinos. Minutos más tarde hacía lo propio la Real Cofradía de Minerva y Vera Cruz desde el convento de los padres Capuchinos, en la parte trasera de la iglesia. Minerva y Vera Cruz son los responsables de que la procesión denominada Virgen de la Amargura transcurra de la mejor forma posible. El inicio no fue nada malo, puesto que una radiante Luna se encargó de iluminar los primeros pasos de un abundante cortejo en el que se suceden siete pasos, para lo que son necesarios un importante número de braceros. La banda de la cofradía de las Siete Palabras aportó los acordes para abrir un desfile procesional muy largo y en el que el color negro lo preside todo. Silencio, paso lento y la complicidad del público son el resto de los ingredientes de este desfile por algunas de las calles y plazas de la ciudad. Los niños también se convierten en protagonistas con su inocencia impregnada de cariño y mimetismo. Su gesto preferido es el saludo con la mano al paso de los cofrades. Éstos corresponden para deleite de los más pequeños, algunos de los cuales no se conforman con contemplar el espectáculo, sino que lucen la vestimenta típica de la cofradía incluso en brazos de sus padres. El desfile lo abría el paso titulado Lignum Crucis, de autor anónimo y escoltado por efectivos de la Guardia Civil. En el mismo se puede contemplar un trozo de la Cruz de Santo Toribio. En segunda posición el Santo Cristo Flagelado, de Manuel López Bécker. La Policía Local acompaña a sus 84 braceros. Inmediatamente detrás un grupo de manolas, que en esta ocasión despierta un interés especial entre el público congregado, puesto que les acompaña una niña de corta edad con su peineta y que centra todos sus esfuerzos en no perder el paso. Varios miembros de la Policía Local abren paso a la talla titulada Nuestro Padre Jesús de la Humillación y la Paciencia. La Policía Nacional custodia a Nuestro Padre Jesús de la Salud. Le sigue el Santo Cristo del Desenclavo, anónimo y rodeado por miembros de la Guardia Civil. La Virgen de la Dolorosa, de Víctor de los Ríos, cuenta con efectivos del Ejército del Aire como acompañamiento. Cierra el cortejo la titular de la procesión, la Virgen de la Amargura.