La multitud arropa la Sagrada Cena

La plaza de la Catedral fue el escenario del que partieron los cerca de mil integrantes de la Hermandad de Santa Marta y la Sagrada Cena, protagonistas absolutos de la procesión de la Sagrada Cena. Junto a ellos, abriendo el cortejo, varios representantes de la Hermandad de Jesús Divino Obrero, fundada el 2 de abril de 1955. A partir de este momento, cuatro pasos, la Unción de Betania, la Casa de Betania, El Lavatorio y como colofón, el titular del acto, la Sagrada Cena. Desde el inicio al final del recorrido, en la plaza de la Catedral, miles de personas se agolpaban a ambos lados de la calle para ver el discurrir de un cortejo en el que el color predominante de la uniformidad era el granate y el blanco. Una temperatura muy agradable animó a una gran multitud de leoneses, así como de visitantes a contemplar el discurrir de la procesión por varias calles del centro de la capital, con inicio y final junto a la Catedral. Pero el transcurrir por la calle Ancha es lo más especial para la grandiosa Sagrada Cena. El paso por excelencia Al final de la procesión el enorme paso de la Santa Cena. Propulsado mecánicamente, levanta la admiración de los presentes. En el mismo se representa como pudo ser la cena, obra de Víctor de los Ríos. Como novedad de este año, es de destacar el hecho de que en este conjunto escultórico se incluyó ayer una réplica del cáliz del Santo Grial de Valencia. En su confección se han utilizado materiales tan nobles como el oro y las piedras preciosas. Varios hermanos han sufragado el coste de este cáliz. Los otros tres pasos que salpicaban la procesión eran La Casa de Betania, en el que se representa el momento en que Jesús está explicando a Marta y María, hermanas de Lázaro, cual es su papel en la vida del Redentor. Su creador también es Víctor de los Ríos. El escultor José Ajenjo es el autor de El Lavatorio, en el que se representa a Cristo lavando los pies de sus discípulos como prueba de humildad para todos ellos. El público asistente al desfile procesional también disfrutó con la Unción en Betania, cuya autoría es de José Ajenjo. La música, elemento esencial en el discurrir de un acto de este tipo, fue responsabilidad de varias bandas entre las que se encontraba la de la Cofradía de las Siete Palabras, la femenina de cornetas y tambores de la hermandad titular de la procesión y la de la Hermandad de Jesús Divino Obrero, donde los acordes de las gaitas proporcionan una gran peculiaridad. En el cortejo también fueron protagonistas las manolas y varias pequeñas en el papel de samaritanas. Otros actores fueron unos cuantos miembros de la Policía Local, tanto con uniforme de trabajo como de gala, así como efectivos de la Policía Nacional, quienes se encargaron de custodiar los cuatro pasos protagonistas de la Sagrada Cena.