El acto procesional transcurrió con normalidad, pese a la amenaza de lluvia
La procesión del Desenclavo, paso previo al Domingo de Resurrección
El Cristo procesiona tendido en un catafalco de terciopelo rojo gran parte del recorrido
Una de las jóvenes cofradías creada a partir de la década de años noventa ha venido a cubrir un espacio vacío durante la tarde del Sábado Santo con la realización del Acto del Desenclavo que se realiza delante del atrio de la Basílica de San Isidoro, el evento recrea de manera escenográfica el Descendimiento del cuerpo de Cristo de la Cruz una vez fallecido, la elección del lugar no se produce de forma casual pues existen dos portadas en el recinto sagrado, la principal donde aparece el cordero místico en un círculo de infinitud con ángeles tenantes y la conocida como portada del Perdón representándose en su tímpano el Descendimiento de forma cronológica. Tres hermanos de la cofradía son los encargados de realizar la maniobra para descolgar el cuerpo del Redentor. El Cristo primero procesionado y posteriormente descendido es una pieza del escultor leonés Manuel López Becker realizada en el año 2000, sustituyendo a una pieza de serie procedente de los talleres catalanes de Vayreda, Bassols, Casabo y Cia, muy estético pero con escaso valor artístico debido a su reproducción en serie. El acto del Descendimiento procede de la más antigua tradición leonesa encargándose de ello los hermanos de la Vera Cruz. En la actualidad existen otras agrupaciones en la provincia leonesa que realizan este acto como la Santa Vera Cruz de Astorga hermanada con la del Desenclavo. En el momento del Descendimiento varias mujeres de la cofradía entonaron el canto popular de «Las Llagas» recogido de forma oral del pueblo de Tendal. Una vez descolgado el cuerpo de Jesús fue colocado en un catafalco de terciopelo rojo donde continuó la procesión. Para no dejar vacío el paso del Desenclavo en fechas recientes se decidió por parte de la cofradía colocar un Piedad de la iglesia de las Ventas. La otra imagen que procesionó fue la de Nuestra Madre del Desconsuelo, tallada por el escultor cartagenero Jesús Azcoitia y que presentaba como novedad un nuevo trono, parrilla, manto negro, sobre manto dorado y vestido marfil o blanco roto, realizado por el bordador afincado en Leganés Francisco Perales.