La intimidad del Vía Crucis para hombres
Toques de campana a difunto, hachones y antorchas estremecen con silencios y sonidos de pasión en la noche al paso del Crucificado en el marco de la plaza del Grano
La Semana Santa leonesa se viste no sólo de marchas y bandas de tambores y cornetas, sino también de actos intimistas y de oración, de recuperación de sonidos y tradiciones de antaño y de recogimiento en el dolor por la muerte y el sacrificio. Uno de estos actos íntimos, arropado por el marco admirable de la Plaza del Grano, es la celebraciónd el Vía Crucis de la Redención, organizado por la cofradía de Nuestro Señor Jesús de la Redención, formada a principios de la década de los noventa. Hachones y velas, toques de campana a difunto desde la Iglesia del Mercado durante la salida y la entrada del cortejo, rezos y paradas en las estaciones, letanías. Y la presencia exclusivamente masculina en las filas de una de las cofradías de nueva creación y antiguas tradiciones. En la plaza del Grano cinco hermanos braceros de la cofradía portan sobre sus hombros el crucificado, el Cristo de la Redención, propiedad de Instituciones Penitenciarias y que procede del penal de Nanclares de Oca. Una de las mejores tallas de la Semana Santa leonesa. El cortejo está acompañado por los integrantes de la cofradía de Jesús Nazareno de Oviedo, que acompañan a los papones de Nuestro Señor Jesús de la Redención en la marcha al ritmo de letanías y rezos, rememorando el camino del Calvario. La luz tenue de la plaza de reminiscencias antiguas, el temblor de las llamas de los hachones y velas, la noche cerrada sobre el cortejo doliente y el recogimiento de cofrades y seguidores dan a esta procesión de Lunes Santo un sentido especial de sentimiento y oración.