La Bañeza
La ciudad viste de túnica y cubre su rostro para acompañar a Nuestra Señora de las Angustias y Soledad
Los bañezanos visten de túnica y ocultan su rostro bajo el capillo. Es Viernes de Dolores y Nuestra Señora de las Angustias y Soledad abre la Semana Santa. Desfila acompañada de la banda de música de su cofradía, de los cofrades, de las hermanas de Santa Águeda y de treinta y seis mujeres y hombres, que cargan con la pena de una talla de vestir de cuatrocientos años, que formó Luis de Vega y policromó Juan de la Vega. El Viernes de Dolores es una fiesta solemne en La Bañeza. La última misa de la novena de las Angustias, que precede al desfile, siempre la predica algún sacerdote con autoridad. Ayer le tocó la homilía a Ricardo Fuertes, Vicario para el Clero de la Diócesis de Astorga, que, después, acompañó, junto a otros presbíteros de la ciudad, al paso en su regreso a su capilla. La Coral de Milenario puso su mejor voz al oficio religioso, en un templo abarrotado, como todos los años. Por eso, no es difícil que, unido al cariño popular que despierta la imagen, al principio de la procesión, siempre se congregue un numeroso público frente a la iglesia de El Salvador. Este año no fue una excepción. Además, la inusual temperatura animaba ayer a estar en la calle. Ingeniería procesional El paso insignia de la Cofradía de las Angustias y Soledad sale del templo sobre ruedas. Lo que obliga a las hermandad a preparar el desfile sobre la marcha. Sin embargo, ya antes de que termine la misa, las andas están listas, apoyadas sobre una pared del Edificio Exportadora. Una vez colocada en el punto de inicio, se aseguran las andas, se suelta la estructura que soporta paso y ruedas y, al ritmo de las marchas de la banda de cornetas y tambores, los braceros comienzan un suave mecer con el que, parece, tratan de consolar a la dolorosa bañezana.