Retahíla de luto y devoción

Hermano limosnero y monaguillos. Guión de la Orden Franciscana Seglar y un cortejo con sus miembros. Cirios, velas y el coro Dainos entonando su incesante letanía del Rosario de la Buena Muerte, cuyo eco siguen los braceros del paso de Dainos -única imagen de la procesión- y los fieles que acompañan la solemne marcha. Golpeteo de horquetas y tabletas y los sonidos de la banda de las Siete Palabras. El reverencial caminar de los hermanos de la Expiración y el Silencio emboca el caso antiguo tras salir de su templo, el convento de los Capuchinos. Sigue el «Dainos Señor buena muerte por tu Santísima muerte...». Llega la Cuesta de las Carbajalas, donde las campanas del convento recibieron el paso. Dentro, aguardaban impacientes los cofrades de la Redención para iniciar su procesión. Continuó el cortejo por las angostas calles de la vieja ciudad camino hacia la Catedral. Allí, canto de la Salve para alcanzar de nuevo el centro a través de la Calle Ancha. Una de las principales citas de la procesión aguardaba: la capilla de Santa Nonia, allí esperaba la Virgen de las Lágrimas, con el golpeteo de las hermanas de Angustias en el paso de la Madre y sus cantos. Reverencias entre tallas con la inclinación por parte de la junta de gobierno de Angustias al paso del Dainos y rodillas al suelo del abad de la cofradía franciscana para mostrar su respeto a la Virgen. Mientras, los sones de la Dolorosa entonados por las Siete Palabras. Y vuelta al convento. La iglesia de los Capuchinos aguardaba...