Procesión de la Pasión, pórtico de la Semana Santa

A pesar de los vaivenes climatológicos de un tiempo cada vez más ingobernable, la naturaleza comienza a vestirse con las primeras prendas de primavera y las viejas calles del León histórico, donde pocas cosas han cambiado desde hace siglos, se ambientan con la belleza poética y el temblor devoto que trae consigo el cóctel de vivencias y sentimientos que es nuestra Semana Santa. Volviendo la vista atrás, la antes llamada procesión del Pregón era el pórtico reconocido de los días más santos del año, cuyo hermoso preludio está presidido por la emotiva Virgen del Mercado, a quien voces autorizadas pretenden coronar como patrona de la capital. Las añejas y tortuosas vías del casco antiguo han visto pasar, otro año más, un carrusel de estampas que parecen rescatadas de los lejanos días de la Edad Media, formando un cortejo impresionante por su patetismo y espectacular aderezo estético. Aún permanece en el recuerdo, no siempre grato, la sorprendente competición que se produjo durante el Lunes Santo de 1993, cuando dos procesiones alternativas, la integrada por las cofradías de toda la vida y otra formada por las hermandades de última generación, estuvieron a punto de chocar en la calle Independencia. La cosa no pasó a mayores gracias a la intervención de la sufrida Policía Local, aunque el preceptivo recogimiento fue sustituido en dicha ocasión por una rivalidad muy cercana al caos. La cordura acabaría por imponerse en sucesivas ediciones semanasanteras , agrupando como una piña en la ahora llamada procesión de la Pasión a cofradías con tanto peso popular como las de Angustias y Soledad, Minerva y Vera Cruz, y Dulce Nombre de Jesús. Todas juntas en el eterno alarde de solera, tipismo y tradición. Como debe ser.