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Enrique Alonso Pérez - león
León

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Con el celo y dinamismo que caracterizan a las 17 Cofradías penitenciales de la ciudad de León, se disponen a recorrer las calles leonesas en un alarde procesional que en diez días sorprenderá a los expectantes leoneses con la friolera de 32 procesiones y un gran número de actos significativamente pasionales. Por eso, este Retablo, que viene cubriendo desde hace veinte años este evento, recoge una vez más la esencia leonesa de la Semana Santa. La cultura cristiana, tan rica en tradiciones y costumbres relacionadas con el eterno mensaje del Galileo, mantiene una de las más arraigadas conmemoraciones en la representación simbólica de los personajes y elementos que intervinieron en la Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret, culminada en el Gólgata. La Hispania romana, ya conoció las primeras representaciones pasionistas a través de la pluma de nuestra sorprendente monja Etheria, la peregrina berciana que a lomos de un borriquillo entró en Jerusalén -rememorando a Cristo- y supo plasmar, con encantadora ingenuidad, el profundo impacto que causó en su ánimo la celebración dramática que en Tierra Santa se hacía, en el siglo IV, especialmente en la procesión del Domingo de Ramos y en la Adoración de la Santa Cruz. El espectacular dominio de conciencias, voluntades y haciendas que la Iglesia ejerció sobre un población supersticiosa, crédula y temerosa, potenció el patrimonio eclesiástico hasta límites sonrojantes. Ciudades hubo, como el León medieval, cuyo suelo urbano, y el caserío correspondiente, pertenecía en más de un cincuenta por ciento a diversas instituciones religiosas. Forma un grupo aparte -por su exhibición altruista y solemne- el patrimonio artístico administrado por las cofradías penitenciales pseudo-religiosas, que han visto compensada la vertiginosa caída de las creencias populares y la desacralización social, con el nuevo concepto turístico de la Semana Santa Solera y tradición El hecho que hoy comentamos es el del arraigo popular que la Semana Santa y sus manifestaciones en la calle, mantiene el pueblo leonés desde el siglo XVI, cuando en el año 1572 se funda la primera de las cofradías, la de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad, que justifica su aparición plasmando en los estatutos la siguiente introducción: «Para más enaltecer la conmemoración anual de la muerte y enterramiento de Nuestro Señor Jesucristo, y a recordar los acerbos dolores de su Santa Madre en su angustia y soledad...» Pocos años más tarde, en 1611, los gremios leoneses presentan al obispo Francisco Terrones, los estatutos de una nueva cofradía: la del Dulce Nombre de Jesús, que con su impresionante Nazareno, atribuido a la escuela castellana, simboliza y resume el mensaje cristiano de la Pasión. Nació esta cofradía, como su antecesora de las Angustias, al amparo del antiquísimo monasterio de Santo Domingo el Real. Un año después, en 1612, nace un nueva cofradía, la de Minerva, que curiosamente para aquellos tiempos, hereda el nombre de su antecesor, La Sacramental de la Minerva así denominada por haberse fundado en el Convento de Santa María Supra Minerva, que después de los años, en 1876, se une con la de la Vera Cruz, para encontrarse ambas, al cobijo de la secular parroquia de San Martín. Y como un nuevo milagro de las multiplicaciones, León ha tenido el privilegio de ver aumentada su plantilla de cofrades con otras catorce corporaciones.