Diario de León

Crónica | El hito del martes santo

El Perdón redime la pena de Teresa

Un millar de personas aplaudieron el indulto de Teresa Lorden escenificado, en una fría noche leonesa, ante el Locus Apellationis y la imagen del Santo Cristo del Perdón

León

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Entre el Locus Apellationis, símbolo de la justicia humana en León, y el Santo Cristo del Perdón, emblema de la misericordia divina, la presa leonesa Teresa Lorden Rodríguez, de 67 años y natural de Santa Eulalia de Cabrera, fue liberada anoche de la condena que cumplía en el centro penitenciario de León y de la pena que llevaba en su alma. La emoción de quitarse el peso de la cárcel -de seis años y seis meses- a los diez meses de cumplimiento, no le restaron palabras de agradecimiento y cargadas de significado: «Estoy muy feliz, muy contenta... mando un beso a mis hijos y a mi hija que están en Holanda y en Madrid... a mis vecinos, a la gente de Mansilla y a toda la gente que está aquí. Muchas gracias». Su marido, José Palla, exclamó: «Gracias a Dios que ha llegado este momento». El hombre, de 72 años, la acompañó en el desfile penitencial hasta la iglesia de San Francisco de la Vega, sede canónica de la cofradía del Perdón. (Palla, natural de Forna, cumple la misma condena por un delito de lesiones, que tuvo su origen en una agresión de un vecino a Teresa, en Elche hace diez años. Él tiene que esperar un tiempo más a la libertad en el centro de inserción social Jesús Haddad de la prisión leonesa, como voluntario de la Asociación de Familiares de Alzhéimer). La hermana Teresa, no ya rea, recibió la felicitación de la ciudad con un caluroso aplauso del millar de personas que siguieron el acto desde la plaza de Regla y con las palabras oficiales de la primera teniente de alcalde, Humildad Rodríguez, quien en nombre del municipio proclamó la concesión del indulto: «Hermanos y hermanas de la cofradía del Perdón, hermanas y hermanos de la Semana Santa leonesa, nobles gentes de León: ¡Que sea enhorabuena!». El obispo de León, Julián López, dijo que el perdón «es la virtud de los fuertes» y subrayó que se trata de un acto «difícil, casi heroíco» que representa la «grandeza del ánimo». En definitiva, agregó el prelado, el perdón es «la verdad aliada con el verdadero amor». El frío de la noche leonesa del martes santo cortó de cuajo el conato de lluvia, que amenazó la procesión a los pocos minutos de su partida desde la calle Corredera. Cerca de seiscientas personas se dirigían, con sus túnicas franciscanas, hacia el emblemático lugar del Perdón. El paso de la Condena de Cristo, en el que Caifás increpa a Jesús Preso, es el primero del cortejo. Sus 1.100 kilos de peso son soportados por 86 braceros, catorce de ellos internos del centro penitenciario de Mansilla de las Mulas. Este año incorporó como novedad un gallo que evoca las tres veces que Pedro negó a Cristo. Los hermanos y hermanas que portan los farolillos de luz roja, en lugar de cruces, son otro de los emblemas del Santo Cristo del Perdón que alude a las reminiscencias ferrovirias de la penitencial de la Vega. Delante del paso titular, el Cristo del Perdón, iban los hermanos con la vestimenta que reviste a la indultada como una más de la cofradía. Por detrás va la juventud de la hermandad con el Cristo de la Esperanza, paso propiedad de la parroquia, y, por último, las mujeres con el trono de Nuestra Señora de la Paz. El grupo Andadura cantó el tradicional Perdona a tu pueblo en la capilla de la calle Plegarias y el Orfeón Leonés amenizó la espera del Perdón en la puerta de la Pulchra. «Mando un beso a mis hijos y mi hija que están en Holanda y en Madrid»

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