Ayudar a los demás marca el paso
La procesión del Silencio es distinta a las demás. Su cortejo está marcado por el fervor y la solemnidad de quien observa. Es sólo para hombres, quienes con su voz entonan varios padres nuestros y el Credo de los Apóstoles. En ella caminan los Crucíferos, penitentes anónimos que portan sobre sus espaldas el peso de una cruz de madera. Pero tiene una curiosidad más. En esta marcha participa el hermano limosnero, una figura que se retrotrae al siglo XVI, colocado en la parte delantera de la comitiva desde donde recauda fondos para actuaciones benéficas de la orden penitencial. Por todo esto, y por lo que evoca su recorrido, El Silencio es desde el 4 de abril de 1939 uno de los actos de la Semana Santa leonesa que más expectación causa entre quien la admira, y su trascendencia cuenta ya con el reconocimiento de cientos de leoneses.