| Crónica | Jueves Santo |
El último adiós que lleva a la agonía
En la plaza de Regla, pasadas ya las nueve de la noche, la Virgen, arrodillada, mostró su pena ante su hijo, Jesús, camino del Calvario
El cortejo penitencial de la procesión de la Despedida, organizada por la Crofradía del Cristo del Gran Poder, con sede en la parroquia de San Antonio Abad de Navatejera, comenzó a caminar por las calles leonesas a las ocho y media de la tarde, desde el convento de las Hermanas Trinitarias. Desde ahí, la comitiva avanzó hacia la plaza de Regla, donde tuvo lugar una emotiva representación de la despedida entre Jesús y su Madre en los momentos previos al agravio al que Éste iba a ser sometido. Frente a la Catedral, y bajo la mirada de cientos de leoneses, dos conjuntos escultóricos realizados por el leonés Melchor Gutiérrez San Martín se erigieron como protagonistas. Se trata del Cristo del Gran Poder, que simboliza una entrada triunfal en Jerusalén, y la Virgen, muy similar a la emblemática Virgen de los Reyes. El instante más emocionante y que más aplausos arrancó se vivió cuando los braceros de la Virgen se arrodillaban frente a ese Cristo, que parte hacia el Calvario. Mientras, una Salve acentuaba esas emociones envolventes. Otros tres pasos acompañaban a la comitiva de la tarde de ayer. El conjunto de los Apóstoles, del autor barroco Narciso Tomé, procedente del antiguo retablo de la Catedral, Marta y María, del escultor sevillano Miguel Bejarano Moreno, confeccionado en el 2002, y, por primera vez, San Juan, talla de madera realizada por José Miguel Tirado Carpio.