Diario de León
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León

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Será a las seis de la tarde. Aún seguiremos saboreando el paso de la Morenica por la ciudad y sin darnos cuenta nos vamos a ver envueltos, una vez más, en todo un rosario de sensaciones que nos llevarán, a poco que cerremos los ojos, por cualquier calle hispalense que hoy, como las de León, rezuman Semana Santa. El Sacramentado tendrá mucho que ver en nuestros sueños.

Sobre las seis y media -tras haber escuchado la llegada de las bandas cerca de la calle Sacramento- la Coral Isidoriana se empeñará en llenar de espiritualidad el paso de la Titular de esta sacramental y penitencial cofradía por la puerta de su casa: la Virgen del Milagro (XVII), María Santísima de la Piedad Amparo de los leoneses, parece sonreír en su estación de penitencia -“fíjense atentamente, no miento-. Tampoco sería de extrañar teniendo en cuenta que esta pequeña procesión lleva, quizás, la mejor música semanasantera leonesa, representada por la Banda de Cornetas de la Victoria, la Agrupación Musical de La Cena y la Banda de Música de las Siete Palabras. Cada paso, una banda. Los tres tipos de formaciones musicales en un único cortejo. No es raro, por tanto, que Jesús de la Esperanza (Melchor Gutiérrez, 1995) y la Virgen de la Esperanza (Miguel Bejarano 2004) vayan cambiando de ritmo con la música. Dará igual que suene El Manué, Esperanza Marinera o Costalero . León, esta tarde, va a ser el mejor ejemplo de cómo deben sonar las marchas procesionales.

La bajada del cortejo hacia Ramón y Cajal, por su majestuosidad, es digna de saborearse y un poco más tarde, con la noche cerrada y seguro que fría, es obligado apostarse en las Concepciones (o en otra calleja del Barrio Húmedo) y esperar a que llegue la procesión que lleva un ritmo muy lento. Quien la vea no sabrá si está en Plegaria o en Sierpes. ¿A quién le importa que esta procesión se alargue durante cinco horas como las cinco llagas del Maestro? Sus hermanos, que desfilan con voto de silencio, no necesitan reloj. ¡Que así sea! Bastantes carreras nos hace dar la vida normalmente.

En otro punto de la ciudad, en el Barrio del Ejido, los hermanos de Jesús Divino Obrero se empeñan en no perder las buenas costumbres. Su procesión de Hermandad que celebra con la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de La Bañeza, nos dará la oportunidad de ver La Piedad bañezana (copia de la talla de Gregorio Fernández) que seguro también raseará al unísono con su banda. Los cofrades bañezanos no dejan de sorprendernos cada vez que nos visitan. Un guiño a la historia por parte de la Hermandad leonesa del Ejido hará que discurran en procesión algunos miembros de la primera banda de cornetas cofrade que nació en la ciudad en 1959. Como dijera el poeta, cincuenta años no son nada y por sus filas han ido pasando más de seiscientos músicos a lo largo de este medio siglo.

También a las siete de la tarde, esta vez en la capilla de las Benedictinas, la oración se hace patente. Las Vísperas cantadas por las Carbajalas rendirán pleitesía a un Cristo de la Redención (Juan de Anchieta, siglo XVI) al que podrá tocarse. Estará esperando que sus devotos se acerquen en uno de los actos menos conocidos en nuestra celebración pero de los más bellos, lleno de seriedad, de silencios, de oración y de emoción. No hacen falta multitudes para que las sensaciones nos trasladen a otros tiempos. Al fin y al cabo León, no hace mucho, era un templo de silencios donde estaba desterrado el aplauso y el bullicio. ¿Seremos capaces de recuperar lo que fue y sigue siendo nuestro?

Aunque parezca mentira, los actos del día no finalizan aún. La Cofradía del Santo Cristo de la Bienaventuranza, organiza un Vía Crucis por el barrio de San Claudio. Sé que nadie es ubicuo. Pero deberían intentar llegar, al menos, al rezo de la última estación -sobre las once de la noche- , adentrarse en el templo y aguzar ojos y oídos. Y dejarse llevar. Simplemente saboreen los gestos de estos hermanos del capillo celeste. No se lo pierdan.

Es probable que no puedan llegar a todos los actos. No se preocupen. Cada año, con la luna llena de primavera, se repiten. Pero inténtenlo. A ser buen atajador se aprende con el tiempo. Y llegando tarde a veces-¦

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