JORGE REVENGA
Lunes Santo
Si alguien piensa que la Semana Santa ha concluido con el buen número de procesiones que llevamos a la espalda, necesariamente hay que aclararle que esto no ha hecho más que empezar. De hecho, habrá muchos que estén tan ansiosos que ni siquiera pueden esperar a la tarde y se acercarán a Santa Nonia. Allí, sobre las 12.00 horas, ya preside el Nazareno (¿Pedro de la Cuadra? ¿1612?) todo lo que ocurre a su lado. En el centro de la Capilla, en su trono y sin Cirineo, con las luminarias ya encendidas, parece querer echarse a la calle. Muchos papones sin túnica, llevan la prensa entre sus manos. Solo para ver las fotos de sus procesiones y lo que allí se cuenta de las mismas. Probablemente, lo recortarán y guardarán en una caja y quizás, algún día, con el paso de los años, abrirán el rincón de los recuerdos. Si alguien tiene dudas, seguro que algún montador de las cofradías puede resolvérselas. Pregunten. Los papones siempre están dispuestos a dar detalles de sus tallas, procesiones y actos.
Ya bien entrada la tarde y en la misma iglesia, la procesión de La Pasión sale escoltada por miles de túnicas negras que denotan muchas centurias de Semana Santa encima. Nuestra Señora de las Angustias (Escuela de Juni-S. XVI), Nuestro Padre Jesús Nazareno (S. XVII) y La Piedad de la Real de Minerva y Vera Cruz (Carmona-S. XVIII) irán en todo momento escoltados por hermanos y hermanas -quizás los más pequeños de la casa- de las tres cofradías «negras» por antonomasia.
No debemos olvidar, no obstante, que además de este cortejo que rezuma clasicismo semansantero, podemos disfrutar de otros momentos mágicos el Lunes Santo.
En el empedrado del Grano, el campanil del Mercado tocará a muerto mientras los hermanos de la Redención, de luto y rojo, disponen catorce cruces alrededor del ágora. Un Vía Crucis medieval parece hacerse eco de los tambores que resuenan en la lejanía. La cita es a las 21.00 horas. La plaza semivacía nos ofrece estampas muy bellas. Y los aficionados a la fotografía podrán sacar unas instantáneas imperecederas. En la última estación, el Cristo de la Redención (Anchieta, s. XVII) es portado por quienes ya han sido abades de esta penitencial, como queriendo hacer un guiño a sus esfuerzos.
Por el Húmedo
Sin abandonar las viejas calles del Húmedo, a las 21.45 horas sale de las Concepciones un peculiar cortejo en el que el Santísimo Cristo Esperanza de la Vida (Vicente Marín Morte, 1996) en parihuela, es acompañado por la Agrupación Musical de la Cofradía y por el Grupo San Pedro de Castro quien, vela en mano y voces nasales a la leonesa, irán cantando los textos que dan nombre a la Procesión. Juan de Arfe, Castañotes, cuesta de las Carbajalas, Escurial o Herreros nos llevarán al pasado sin darnos cuenta. Hagan la prueba.
Mientras el viejo León derrama semana santa, la Hermandad de Santa Marta y la Sagrada Cena ofrece la posibilidad de rezar los misterios dolorosos del rosario en una original procesión en la que el espectador podrá saborear las tallas de algunas de las iglesias de la provincia, algunas de indudable valor histórico-artístico. Su pequeño tamaño hace que la puesta en escena procesional sea mucho más fiel a la Semana Santa del pasado. Será una buena ocasión -además- de escuchar nuevamente a la Agrupación Musical La Cena -que habrá vuelto de Córdoba en un suspiro- y de disfrutar con sus marchas y su innegable calidad interpretativa. Quien lo desee, puede rezar. Al fin y al cabo, en la mayoría de las ocasiones nos olvidamos lo que son las procesiones. En cada estación, será un sacerdote quien dirija el rezo comunitario y ante un templo distinto. Oración, buena música, tallas de calidad, magnífica puesta en escena y arte pétreo son unos ingredientes que no pueden dejar a nadie indiferente.
Como en un suspiro habrá acabado otro Lunes Santo. Pero en nuestra memoria podemos llevar recuerdos perdurables que, estamos seguros, nos harán sonreír o emocionarnos con el paso del tiempo. Sé que los cuerpos ya estarán cansados pero no se preocupen. En la Semana Santa las fuerzas brotan renovadas cada vez que despunta el sol -e incluso antes-.