La cofradía del Gran Poder se luce en su procesión principal
m.a.z | león
A última hora de la tarde, la calle Ancha olía ayer a garrapiñadas y deslumbraba con el colorido de esos globos de gas que cuando se escapan de la mano del niño, se marchan a hacer compañía al Altísimo (nunca mejor dicho).
Para esas alturas de la tarde, el Cristo del Gran Poder y sus braceros ya llevaban una soba de cuidado. Da lo mismo. A La Virgen del Gran Poder de Melchor Gutiérrez la llevaban en volandas, entre la juventud de los portadores del trono y el ritmo endiablado (con perdón por las fechas) que metía a la marcha la Agrupación Musical del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, otra de las que tampoco suenan nada mal estos días de tantas notas y partituras.
Pericia y destreza dominaron en la mayor parte de los casos la maniobra de giro a la izquierda para enfilar el Barrio Húmedo desde El Cid. Más que una procesión, por momentos el caminar de los pasos semejaba navegar entre un mar de cabezas. Tal era el gentío apostado a los dos lados de la acera.
Para Jueves Santo, queda reservada la procesión de La Despedida. Pero los braceros del Cristo del Gran Poder saben que la joya de su particular corona es la de ayer. Y aún con la solana que caía a plomo a esas horas el rito revivió a golpe de costumbre y el cortejo pasional convirtió un paseo en arte.