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| Entrevista | Germán R. I. |PRESO INDULTADO A PETICIÓN DE LA COFRADÍA DEL PERDÓN

«Estoy en la calle, no hay rejas... ¿estoy soñando?»

El reo indultado a petición de la cofradía del Perdón pasará un par de días en León, en la casa de acogida de Cáritas, antes de regresar a Santiago de Chile con s

Publicado por
A. Gaitero
León

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Germán R. I., de 38 años de edad, pisó ayer León por primera vez después de tres años, siete meses y dieciséis días tras las rejas en Mansilla de las Mulas. A las cinco de la tarde, un voluntario de Cáritas le recogió a la puerta del centro penitenciario, cuatro años, cinco meses y dieciséis días antes de que cumpliera la totalidad de la condena por un delito de tráfico de drogas.

Germán R.I., chileno de nacimiento, salió de prisión gracias al indulto concedido el viernes por el Consejo de Ministros a petición de la cofradía del Santo Cristo del Perdón de cuya iniciativa se han beneficiado 18 reos desde 1965, siete en la primera etapa y once desde que recuperó la tradición en 1998.

«Esto es una bendición», dijo el hombre, de 38 años, nada más entrar en la casa de acogida de Cáritas. Pero es difícil de explicar la grandeza de la libertad: «Todavía no lo asimilo. Me parece que sí y que no. Tiene una parte positiva que impresiona: estoy en la calle, ya no hay rejas, ¿estoy soñando...?».

Impresiona verle: alto, fuerte, pero embargado por la emoción y los nervios de las primeras horas en la calle. No quiere hacerse fotos, alega, «porque lo que he hecho no es para estar orgulloso. Me quita el sueño todas las noches». Su retrato, confiesa, está ausente, desde que entró en prisión, de los álbumes familiares que prepara su hermano todas las navidades.

Tampoco ha querido recibir visitas de la familia, «no tanto por el viaje, sino porque no estaba en un lugar de mérito y no se merecen verme en esa situación». Pero la familia, a miles de kilómetros de distancia, ha sido su gran apoyo: «Han estado incondicionalmente conmigo, me han soprendido muchas personas».

Ha vivido el fin de semana más largo de su vida. «El viernes me enteré por la radio de que había sido indultado y el sábado lo confirmé leyendo el Diario de León». Hasta ayer no tuvo noticia oficial. Cuando habló por teléfono el domingo con su madre se lo dijo con prudencia: «Me han indultado pero no sé cuándo saldré, llegaré de sorpresa».

Ahora sabe que pasará en León un par de días, el tiempo necesario para cumplir el rito de la procesión y que concluyan los trámites, y después regresará a su ciudad, Santiago de Chile.

Antes de entrar preso ya hacía siete años que vivía fuera de su país, en Ecuador y desde allí intentó entrar en España «como lo hacen la mayoría de los sudamericanos que están en la cárcel». Pero el alijo no le llevó al rumbo soñado, «un negocio legal para el que no se necesitan más que seis mil dólares», sino a la prisión y con una condena de 9 años y un día.

«Es la primera y última vez que estaré en la cárcel. Lo puedo asegurar. Me he dado cuenta de que no se necesita cometer un delito para abrir un negocio», añade este hombre que se confiesa católico practicante, devoto del Cristo de la Misericordia y que gracias al indulto ha descubierto a la advocación más genuina de la remisión de la pena en León: el Santo Cristo del Perdón.

Por eso tiene muy claro a quien va a dedicar la larga jornada que le espera antes de que se escenifique el acto del Perdón ante el Locus Apellationis: «Voy a dar gracias a Dios y al Cristo del Perdón porque gracias a él estoy en libertad que es el bien más preciado que tenemos».

Pero también sabe que el indulto hay que ganarlo dentro, pues es la junta de tratamiento la que propone la terna para la medida de gracia con la anuencia de la cofradía: «Nunca he dejado de aprovechar los beneficios de la cárcel». Ahora espera aprovechar su libertad y montar el negocio -"no quiere desvelar su contenido-" «a su debido tiempo». El sábado empezará una novena s su Cristo de la Misericordia.