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Paso antiguo, papón nuevo

La chavalería toma la calle dentro y fuera en la procesión de las tres cofradías históricas

Jesús Nazareno, titular del Dulce Nombre, a su salida en el inicio de la procesión de ayer

León

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Ni hay cole ni ganas de quedarse en casa. Y los titulares de los pasos, mayormente, trabajan a esas horas. O se reservan para Viernes Santo. La tendencia marca que el Lunes Santo es una jornada de puertas abiertas para la gente menuda en la capilla de Santa Nonia, así que la procesión de La Pasión anduvo ligera y rápida, aún con el ritmo cansino y la espera prolongada desde que la Virgen de Angustias abrió la marcha hasta que la cerró La Piedad de Minerva.

En medio del caos en que se convierten los prolegómenos de la salida, el seise del paso acertó a dar la orden de partida con la mirada complaciente de Andrés Garrido, el abad de la cofradía. Y unos tras otros, los negros de ribetes amarillos encabezaron la marcha, hasta que alcanzaron un punto de éxtasis metros más arriba de la iglesia de las Concepcionistas. Preciosa la estampa de la virgen abriendo paso, el Nazareno flanqueado por una muchedumbre en el medio de la calle y Minerva cerrando.

A esas horas hacía ya un buen rato que los cofrades del Dulce Nombre habían cerrado las puertas de Santa Nonia para cantar en la intimidad el himno al Padre Jesús Nazareno. La vara casi a estrenar de Enrique Conty tembló en esos instantes menos que sus labios, ávidos de entonar las notas de la partitura, temerosos de dar rienda suelta a la emoción y la lágrima. Hubo quien en la zona del coro de la capilla, no pudo reprimir el llanto por la intensidad del momento.

Minerva y Vera Cruz tuvo que hacer esfuerzos titánicos por no perder el ritmo a la procesión. Como en las carreras ciclistas, se empezó a hacer la goma y en un par de ocasiones la cabeza de carrera tuvo tiempo de hacer un alto esperando que la talla del siglo XVIII ganara metros para colocarse a la altura de las demás.

La nota discordante pasó inadvertida a los ojos del espectador. Se supone que llegada la talla de Jesús Nazareno a la altura de la calle Fernández Cadórniga, tienen que empezar a sonar las campanas de la Iglesia del Mercado. El vulgo lo achaca por error a un ritual de homenaje al paso. La realidad es que a esa hora comienza el Vía Crucis de la cofradía de Nuestro Señor Jesús de La Redención y simplemente es una coincidencia.

Pero no. Se quejan los papones de La Redención de que esta vez se les negó el acceso al campanario y atribuyen la prohibición al párroco de la Iglesia del Mercado, a la sazón delegado episcopal en la Junta Mayor Pro Fomento de la Semana Santa para la relación con las cofradías. Por lo visto, no debe de ser tan buena...

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