Noelia Silván Díez | Finance executive – Technical development genentech – Hoffman La Roche (EE UU)
Tradición y talento para construir el futuro
Abelló, Antibióticos, Ovejero, Syva y muchas otras empresas relacionadas con la industria farmacéutica forman parte de la estructura económica con la que crecí como leonesa. Durante muchos años la presencia de estas industrias, con especial relevancia la farmacéutica, aseguraba el sustento de muchas familias y de varias economías de escala asociadas a ella.
Con el paso de los años avanza el ciclo de vida de los medicamentos con los que estas empresas han afrontado el reto de mantenerse competitivas y activas en las dinámicas de mercado. Algunas lo consiguen y otras nuevas se instalan. Ahí está la importante inversión que no sólo estas empresas locales, sino otras multinacionales, han realizado en los últimos años. Y han conseguido fortalecer un polo biotecnológico y biofarmacéutico en León de enorme potencial. Una trayectoria de crecimiento y consolidación que DIARIO DE LEÓN ha recogido a lo largo de los años desde sus páginas. Durante más de un siglo el periódico ha difundido los avances de varias generaciones de investigadores que, en estrecha colaboración con la Universidad de León, han contribuido a fortalecer este ecosistema de innovación y especialización.
Durante mi carrera profesional, que comenzó en Antibióticos y ha ido avanzando dentro del sector farmacéutico, he visto y vivido este ciclo de desarrollo y competitividad en varias ocasiones. Un ciclo que puede aplicarse a muchos sectores, empresas, comarcas e individuos. El reto de mantenerse competitivo es constante. Se trata de saber identificar dónde está el valor añadido e incorporar las ventajas que ofrecen la tecnología y la innovación. Mi desarrollo profesional es de ámbito internacional, y desde esta perspectiva global creo que las principales tendencias a tener en cuenta para apostar por la competitividad dentro del sector farmacéutico son principalmente: a) el factor humano, b) la tecnología e innovación, c) y la búsqueda del valor añadido para el paciente.
Empezando con al factor humano, es cada vez más importante contar con la capacidad de resolver diferentes problemas y ganar experiencia a través de la diversificación de posiciones. Espíritu emprendedor, habilidades ligadas al uso de datos, análisis y nuevas formas de pensar son capacidades cada vez más imprescindibles para afrontar el mundo laboral. Buena formación, método y rigor son herramientas básicas, aunque los retos empresariales que vemos actualmente exigen sobre todo nuevas soluciones creativas. Los ciclos de conocimiento técnico son cortos y requieren ser complementados con variedad de experiencia profesional.
Las culturas empresariales que cultivan la diversidad de pensamiento, integran ideas e invierten en desarrollo personal de sus empleados son aquellas que en mayor medida potencian su capacidad de cambio y de adaptación al mercado. Las bioingenierías o los analistas de datos son buenos ejemplos de cómo las disciplinas que incorporan nuevas habilidades al mundo laboral se hacen cada vez más necesarias.
El tejido industrial biotecnológico y farmacéutico está llamado a ser uno de los sectores que se consolide como tractor del futuro de la provincia
Por otro lado, dentro del campo de la I+D se observa mucho potencial en soluciones digitales aplicadas a ensayos clínicos, secuenciación y medicina personalizada. Y en el entorno productivo los conceptos de rentabilidad como el método lean y agilidad están marcando y redefiniendo los procesos en las fábricas productivas. Aunque estos métodos están vigentes desde hace años en otros sectores (automoción y tecnológicos), el farmacéutico los adopta y aplica a la vez que incorpora nuevas capacidades de producción. Por último, la pandemia pone de manifiesto la ventaja de la flexibilidad laboral basada en el rendimiento y no en horarios. A nivel global se habla de redes laborales donde la localización es flexible para muchas más posiciones que las que tenemos en la situación actual y el rendimiento esta medido en base a resultados con horarios flexibles. Esto abre un campo de posibilidades en cuanto a estabilidad laboral y a acceso de talento que merece la pena explorar.
Otro de los factores determinantes de esta adaptación a los cambios de mercado se centra en la tecnología y la innovación. La velocidad de mejora y avance en el mundo digital es vertiginosa, y amplía nuestra capacidad de procesar datos y crear valor a través de lo que aprendemos de ellos. Esto inunda de posibilidades el paradigma farmacéutico, y a la vez supone un reto a las formas de trabajo más tradicionales. Las herramientas y sistemas de trabajo acortan sus ciclos de vida, y las nuevas versiones son más completas y atractivas en cuestión de productividad, rapidez y seguridad.
Por último, es necesario referirse a la necesidad de buscar valor para el paciente. Tradicionalmente el sector farmacéutico ha basado su apuesta de valor en el descubrimiento de tratamientos y medicamentos, es decir en el producto. La gran inversión en investigación y desarrollo para asegurar medicamentos eficaces y seguros ha justificado siempre el exceso de atención al producto. Sin embargo, la tendencia que observamos en los últimos años apunta a un giro hacia el paciente, a través de la medicina individualizada. Esta tendencia responde por una parte a la presión de los sistemas de salud, que demandan soluciones accesibles en cuanto a precio por valor y por otra parte atiende a la tensión intrínseca que existe en la investigación derivada del hecho que cada vez conocemos más nuestros hábitos y es factible procesar de forma masiva una cantidad innumerable de datos sobre cada individuo.
Algo tan simple como un reloj es capaz de medir indicadores de salud a través de nuestros hábitos vitales: cuantos pasos damos al día, cuantas horas pasamos sentados, o de pie, o dormidos... El reto científico esta en individualizar el diagnóstico y desarrollar un tratamiento personalizado. El sector aspira a ofrecer a cada paciente su solución individualizada accesible. Para ello se vuelca en entender las dinámicas que rodean al paciente e integra soluciones en el modelo de negocio. Los ejemplos van desde dispositivos médicos más cómodos desde el punto de vista del paciente, a mejorar la experiencia de recibir tratamiento (en hospital, en centro de salud, en casa…), hasta desarrollar un tratamiento único y personalizado para cada individuo. Estos tratamientos únicos y personalizados acumulan un nivel de complejidad que aún nos queda por descodificar. Aún están por llegar avances científicos que nos permitan entender mejor el cuerpo humano de forma individualizada y que cambiarán la cadena de valor del modelo farmacéutico de forma radical. Personalmente me parece un reto apasionante del que formar parte.
Estos retos y tendencias que se observan desde el punto de vista internacional no son ajenos al tejido industrial biotecnológico y farmacéutico en León. Más bien forman parte de las dinámicas del mercado global en el que compite y crece. Hoy, como desde hace décadas, esta actividad forma parte importantísima de la economía leonesa y más allá, está llamada a ser uno de los sectores que se consolide como tractor del futuro de la provincia. Si hay tradición y talento, hay futuro.