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Alberto Ares Mateos, Director del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones en la Universidad Pontificia Comillas y adjunto a la coordinación del Servicio Jesuita a Migrantes en España

Campo leonés: diversidad y futuro

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León

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León representa uno de los ejes fundamentales para entender la historia de España y para reconocer el importante legado que nuestra tierra y sus gentes atesoran en el relato colectivo de nuestro país. No sería posible entender hoy León sin conocer los distintos proyectos migratorios que hemos recorrido a lo largo de la historia. Muchos de nuestros antepasados hicieron «las américas», encontraron refugio al terminar la guerra civil, forjaron el Canal de Panamá, las líneas ferroviarias y red de carreteras en Argentina o Brasil, en las plantaciones de caña cubanas, se extendieron por las estepas de Estados Unidos, llegaron a la tierra de los canguros australiana, a Filipinas, a Argelia, Marruecos o reconstruyeron buena parte de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Pese a la dureza de dejar la tierra, los emigrantes leoneses fueron arraigando y algunos amasaron importantes fortunas. ¿Quién no conoce que detrás del gran emporio de la cerveza Coronita mejicana estuvo un leonés? En paralelo, y bien entrado el siglo XX, León vivió un importante éxodo del campo a los principales núcleos urbanos de industrialización en España, desde el País Vasco, Madrid o Cataluña a las cercanas Asturias o Valladolid, entre otros. Asimismo, sus dos diócesis, Astorga y León, han estado a la cabeza de las diócesis españolas como cuna de misioneros y misioneras hacia distintos rincones del mundo. La necesidad, la aventura y la generosidad de un pueblo que ha llevado su legado por todo el globo.

Solo si León percibe la diversidad como un gran activo en el medio rural y realiza una apuesta por la cohesión social podrá cimentar un futuro esperanzador y revitalizado

En los últimos tiempos, la mecanización de la agricultura, la industrialización y la urbanización, han provocado que nuestras provincias del interior se hayan ido poco a poco despoblando. La pérdida de población se concentró principalmente entre los jóvenes y las personas en edad activa, lo que condujo a un envejecimiento de la pirámide demográfica de los que permanecieron y, a la larga, un crecimiento vegetativo negativo.

 

En paralelo a esta dinámica, y durante la última década del siglo pasado y la primera del actual, España asistió a la llegada de un gran flujo de población inmigrante. Entre 1998 y 2008 la población inmigrante pasó de 1.2 millones (2,9 % de la población) a superar ampliamente los 6 millones (13,2 %). En apenas 10 años, España, pasa de ser un país de emigrantes a situarse como uno de los países de destino de inmigración, a la altura de Francia o Alemania. Las comunidades migrantes se sitúan principalmente en los núcleos urbanos, pero también tienen una representación significativa en las zonas rurales, debido al gran aporte en sectores como la agricultura, la construcción o los servicios de proximidad. Estos flujos, de carácter básicamente laboral, proceden de África, América Latina y los países del este de Europa. En León, especialmente de Marruecos, Bulgaria, Rumanía, Colombia, Venezuela y República Dominicana.

La inmigración se ha convertido en un eje esencial para la revitalización demográfica de los núcleos rurales en los países del sur de Europa, especialmente en las áreas que más han sufrido la despoblación. Si vemos las estadísticas de toda la comunidad autónoma, incluido León, comprobamos cómo los inmigrantes han sido los verdaderos protagonistas de la repoblación rural en la primera década de este siglo.

En los años de la crisis, las poblaciones rurales de origen extranjero se equilibran en cuanto a género y se familiarizan, debido mayor impacto de la crisis entre los hombres y los procesos de reagrupación familiar. La población migrante en el ámbito rural leonés valora lo que cualquier familia joven, es decir, servicios sanitarios y educativos, viviendas suficientes y adecuadas o servicios para la compatibilización de la vida laboral y familiar. Para que la integración se convierta en arraigo cobran un papel muy importante las autoridades y las comunidades locales. En este sentido, las políticas que intenten compensar las desigualdades sociales ligadas al territorio cobran un papel fundamental en la repoblación rural.

Un estudio actual sobre la España despoblada sitúa a León entre la «España que decrece», junto a la «España que se estanca» y la «España que remonta». Lo que caracteriza a la «España que decrece» es la que más población ha perdido, la menos habitada, en términos absolutos y relativos, la que cuenta con una población más envejecida y con menos población joven, así como una muy fuerte destrucción en empleo.

En este contexto, la presencia de inmigrantes supone una transformación muy importante del paisaje social y del imaginario colectivo. La inmigración presenta un nuevo escenario dentro de la tradicional homogeneidad social y cultural vinculada a la vida rural (les invito a escuchar un podcast, Veguellina, un pueblo diverso, donde se narra la diversidad que se vive en un pueblo leonés). La gestión de la diversidad se presenta por tanto como una de las grandes oportunidades y retos ligados a la sostenibilidad social de las áreas rurales. Solo si León percibe esta diversidad como un gran activo en el medio rural y realiza una apuesta por la cohesión social a través de políticas inclusivas, y logramos sentarnos en la misma mesa con nuestra diversidad de acentos y riquezas, podremos cimentar un futuro esperanzador y revitalizado como provincia, especialmente en el ámbito rural.