Maxi Barthe, Abad de la Cofradía de Nuestro Padre Genarín
Noche de luna llena, hechizo y embrujo
Corría el año 1957 cuando, como todos los años, salíamos con nuestros padres a eso de las cinco de la tarde e íbamos a visitar las iglesias, recorrido que les gustaba realizar por las que solo en contadas ocasiones abrían sus puertas: primero la de las Recoletas en la plaza de Santo Domingo y seguíamos con las Concepcionistas y las Carbajalas. Todas tenían unas pequeñas capillas, pero estaban decoradas con sumo cuidado y eran auténticas joyas.
Al pasar por la plaza de las Tiendas se nos acercó Eulogio, el taxista, y le comentó a mi padre que ese año Pérez Herrero estaba en Salamanca, porque había ido a una capea de toros, y que necesitaban que les escribiera unos versos para leer en el entierro de Genarín. Nos dejó mi padre, con enfado de mi madre, y se encerró en el reservado que tenía La Gitana en la parte de arriba del comedor. Nosotros seguimos con mi madre con nuestras visitas por la Canóniga Vieja y más tarde pasamos a recogerlo.
Esa noche se juntaron cerca de tres mil personas en el entierro y el poema fue todo un éxito, tanto que unos días más tarde el simpar Campanilla, en las páginas de DIARIODE LEÓN, hablaba de la vergüenza de ese acto irreverente…. Sé que días más tarde el gobernador civil felicitó a mi padre por los versos, pero le dijo que una vez y no más. Como consecuencia se prohibió celebrar el acto conocido como el entierro de Genarín.
Por eso no me extraño que veinte años más tarde Joni, desde la librería Pisa, se pusiera en contacto conmigo para decirme que se intentaba recuperar el entierro de Genarín con un grupo de amigos en torno a Francisco Pérez Herrero y Kique Fernández, director del grupo de teatro La Fragua, que estaban recopilando versos de los antiguos entierros y habían encontrado el que escribió mi padre, que yo también conservaba.
Algún año anterior, en la plaza Mayor, el grupo La Fragua había representado unas escenas del auto sacramental al amor y al orujo que había escrito Kique, pero entonces contábamos con el mesón del Caño Badillo, que había inaugurado Yuma, e íbamos a hacer una lectura de los versos antiguos y nuevos del entierro. Liderados por Paco y con Kique como maestro de ceremonias, fuimos acercándonos al pozo del agua que se encontraba en el patio y ante unas doscientas personas que nos acompañaban íbamos recitando las sagradas encíclicas genarianas.
Erudición e ironía, poesía y canallesca se funden al calor del orujo en la primera luna de la primavera, la luna de Genarín, que da luz a poetas y canallas
Nos quedamos a cenar y al terminar, cuando ya pensábamos irnos a casa, fue Pérez Herrero el que se nos ofreció para hacer de guía y enseñarnos cómo hacían el recorrido del entierro. Nos llevó a la calle de la Sal y empezó a recitar el conocido verso y contó los treinta pasos, de allí a la Catedral. Y por la Canóniga Vieja, ahora del Cardenal Landázuri, hasta la muralla y a la luz de las farolas, seguía recitando poemas. Al llegar a la Carretera de los Cubos tenía la encíclica que nos iba a leer esa noche. Yuma subió a la muralla a dejar la ofrenda —pan, queso, naranja y la botella de orujo—, convirtiéndose de esa manera en el hermano colgador. Ese año fuimos un grupo pequeño de unas treinta personas. Al siguiente ya fueron más de mil y en el ochenta y uno, hace cuarenta años, se presentó, por parte de Paco y con Julio como autor, el libro del Entierro de Genarín. A partir de la publicación la historia traspasó las barreras locales y se convirtió en un relato conocida a nivel nacional.
Francisco Pérez Herrero vistió a Genaro, dándole una lustrosa patina de bohemio, culto y dicharachero, conocido y amado por los leoneses de su época, así como a un niño abandonado en Izagre, como nos cuentan Julián y Javier. Con el paso de los años se trasforma en el Bendito Canalla , que refleja su película y al que miles de ciudadanos hacen un póstumo homenaje todos los Jueves Santo.
Noche de luna llena, hechizo y embrujo, carretera de la Sal, donde en el año 2006, al cumplirse el centenario del nacimiento de Paco, le pusimos una placa, tallada por Juan Cuenca con la ayuda del maestro Modesto Llamas. Allí empieza el cortejo. Aserrín aserrán los maderos de San Juan…
En sus 115 años de historia el DIARIO DE LEÓN, al que felicitamos por ello, ha publicado noticias importantes, desde la que dedica al atropello en la muralla por el primer camión de la limpieza hasta la exposición y homenaje conmemorando el 90 aniversario de la muerte de Genaro Blanco. Estos dos años serán un paréntesis en la celebración del entierro, pero esta noche muchos estaremos añorando ese recorrido romántico por el viejo León y recordaremos algunos versos: «Murallas de cal y barro/ murallas del siglo XII/maltrechas y carcomidas/ por estrago de los años/ gritad conmigo afligidas/ por la muerte de Genaro/ honor siempre a la memoria/ de Genaro en Jueves Santo/ que Dios le tenga en su gloria/ por haber bebido tanto. Y siguiendo sus costumbres/ que nunca fueron un lujo/ bebamos en su memoria/ una copina de orujo».
Pero esta noche nos podéis acompañar, ya que a partir de las 22.30 en la página de la cofradía genarin.es habrá un enlace a Youtube y podréis ver el documental Luna de Genarín: luz de poetas y canallas . Narrado por José Manuel Mures, recorre desde la génesis del mito hasta la liturgia actual, haciendo un repaso de la historia de esta tradición única de la mano de quienes han contribuido a su popularidad. Erudición e ironía, poesía y canallesca se funden al calor del orujo en la primera luna de la primavera, la luna de Genarín, que da luz a poetas y canallas.