Diario de León, pregonero y testigo

Mis relaciones con este periódico se remontan a hace muchas décadas. Desde que llegué a la Universidad de León como catedrático (primeros años ochenta del siglo pasado), me acostumbré a seguirlo y así pude trabar relación con el paisaje y el paisanaje de la provincia, con sus pueblos y sus senderos de montaña. El DIARIO DE LEÓN siempre ha sido pregonero y testigo de los tiempos.

Esa es la gran ventaja de los periodistas, que saben que no todo debe quedar anegado por las tediosas declaraciones de los ministros o los ruidosos acontecimientos futbolísticos. El mundo no está hecho de eslóganes y goles. Son sus crónicas las que nos permiten advertir cómo florecen los frutales en El Bierzo, las propuestas de los pizarreros de La Cabrera, el anuncio de la reparación de la carretera dañada por la riada, las iniciativas de los hosteleros para atender a los peregrinos, los concursos de mastines, los certámenes de cecina de chivo, las preocupaciones de los ganaderos de Babia, los problemas del lúpulo, el dinamismo de Maragatería y la recuperación de la pesca en tantos ríos, y eso sin olvidar las ferias taurinas que se recuperaron en el coso leonés. Tradición e innovación llenan sus páginas: la tradición de la gastronomía que nos descubre mesones o el museo de alhajas de La Bañeza (lamentablemente desaparecido); la innovación de investigadores y de pequeños empresarios que nos asombran ante su empuje.

Quien quiera conocer las grandes transformaciones vividas en esta provincia tiene el testimonio fiel en su hemeroteca. Y es que León está colocada en un lugar preferente como eje de grandes infraestructuras. Las inversiones han sido millonarias en los años en que yo vivo en esta ciudad. ¿Hemos olvidado la extensa red de autopistas y autovías, las obras de alta velocidad ferroviaria o la existencia de un aeropuerto? ¿O ignoramos la singularidad de León por haberse colocado en la vanguardia tecnológica? El Instituto Nacional de Ciberseguridad (el Incibe) está en León y su eficaz labor permitirá su incorporación al sistema que se está creando por la Unión Europea al singularizar un centro de referencia nacional en cada Estado miembro. Podemos presumir del supercomputador Caléndula que la administración autonómica ha alojado en el campus universitario y presta ayuda a investigadores de todo el mundo; como también miran a León punteras empresas tecnológicas. La Universidad de León, de las pocas que cumple con los requisitos ministeriales para calificarse como tal, impulsa entre otros proyectos el módulo de investigación cibernética, donde hay avances en robótica o una nueva maestría sobre Internet de las cosas en el campus de Ponferrada. Nadie puede negar la trascendencia de tales saltos hacia la modernidad.

Pero también las páginas del DIARIO DE LEÓN pregonan los ecos de demandas sociales. Quejas que son comunes en muchos países ante los problemas que genera la despoblación y la pérdida de servicios básicos en las zonas rurales. Las instituciones europeas están insistiendo en que ha de garantizarse la igualdad entre las condiciones de la vida rural y la urbana. Europa es solidaridad y, si ha cofinanciado obras, infraestructuras y reparaciones de edificios históricos, ahora su preocupación, junto a la vacunación, es la atención a las zonas rurales, espacios que han de contar con una red de telecomunicaciones eficaz para evitar zonas blancas sin conexión, indispensable para la atención de emergencias; también que se mantengan en el entorno cercano centros sanitarios para la pronta prestación de una eficaz asistencia; del mismo modo que se han de cuidar las escuelas rurales y centros de enseñanza secundaria valorando el enorme esfuerzo de sus profesores; es urgente que vuelvan las estafetas de Correos o las sucursales bancarias, servicios básicos que no pueden escamotearse a los ciudadanos.

Destaco también que el periódico impulsa otras iniciativas como su club de prensa con la organización de debates o el concurso de cuentos, a cuyo jurado me incorporó algunos años y donde coincidí con Victoriano Crémer, Antonio Pereira, Pedro Trapiello, Nicolás Miñambres y otros letraheridos de los que esta tierra ha dado una nutrida cosecha. Del mismo modo que hay buenos artistas. De mi paso por el decanato de la Facultad de Derecho queda constancia de muchos de ellos en los cuadros que donaron a la Universidad, como también de la escultura de Trapote que, gracias el actual Rector, se fundió para su conservación.

Agradezco a este periódico que me publicara hace años mis Soserías , unos textos costumbristas que sigo escribiendo porque hay que salpimentar con humor tanta tontería y tanto estúpido engolamiento como nos circunda. Del mismo modo que acogió mis primeros comentarios taurinos que firmaba como Espontáneo.

Así es el DIARIO DE LEÓN, pregonero y testigo. Una trayectoria que deseo perdure.