Diario de León

Ana María Quiñones Al- Senussi, Princesa de Libia

Un pasado glorioso y un brillante futuro

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Después de muchos años ausente de León, en mi retorno el DIARIO DE LEÓN, con su interés por la actualidad y sus gentes, me sirvió de puerta de entrada y de presentación en mi ciudad natal. Su acogida me permitió recuperar la identificación con mis paisanos a partir de una entrevista publicada el 15 de agosto de 2018. Desde entonces nunca hemos faltado a la cita de cada año, en la que le periódico me aporta ese agradable saludo a la ciudad con su cariñoso recibimiento

Mi padre leonés y mi madre nacida en Santander se conocen en León por el trayecto profesional de mis dos abuelos. Abuelo materno de León, trabajador en la Naval como maestro herrero y a la vez sindicalista. Allí conoce a la abuela Ana María, sobrina del marqués de Proaño, se casan y nacen los cuatro primeros hijos en Santander. Regresan a León tras las revueltas políticas y por el traslado laboral a los talleres de Renfe, coincidiendo también con el abuelo paterno, cargo destacado de la mencionada empresa ferroviaria y cuyos orígenes familiares se remontan a los marqueses de Montevirgen, señores de Riolago de Babia.

Mi padre, oficial del ejército del Aire, y profesor de la Escuela de Aviación, conoce a mi madre en San Andrés del Rabanedo, en la romería del Corpus. Mi madre colaboraba allí impartiendo clases en la Academia de Corte y Confección, sistema Martí, de su hermana.

El patrimonio etnográfico leonés es de los más ricos y variados de la península y sorprende la forma tan adecuada en la que conviven modernidad y pasado

Evoco el Aeródromo Militar de La Virgen del Camino, actualmente aeropuerto de León, que se extiende entre los municipios de Valverde de la Virgen y San Andrés. Es el aeropuerto más alto de toda la Península Ibérica y una de las bases áreas más antiguas de toda España. Más adelante dejaré claro el motivo por el que me entretengo en hablar de este aeropuerto. Mi intención es dejar patente lo apropiado que sería su reactivación, creo que aportaría agilidad a un turista y visitante ávido de cultura, entretenimiento y emociones.

Mis impresiones en la experiencia del reencuentro me hacen llegar recuerdos de aquella ciudad y de la provincia, saliendo de una no tan lejana guerra y con matices rurales en su aspecto. Pero quedaron absolutamente borrados en el reencuentro en el año 2018, momento en que por a mi participación en la Semana Santa como manola regreso a mi tierra. Me encuentro entonces con una provincia en la que las autoridades y entidades responsables —Diputación, ayuntamientos, Junta, asociaciones, etcétera—, por supuesto con la aprobación de los leoneses y su apoyo, habían iniciado una remodelación y ensalzamiento general para poner en valor los atributos más valiosos y el patrimonio autóctono.

La capital había alcanzado un alto nivel de desarrollo urbanístico, gracias a la recuperación de edificios, entornos y lugares histórico-artísticos, y un estatus igual o superior al de cualquier famosa ciudad europea. Lo señalo así porque he vivido fuera de España durante cuarenta años, repartidos entre ciudades y lugares como Roma, Londres, Washington, Abu Dabi, Dubái…

Este devenir entre ciudades y países era necesario para atender los negocios que mi marido ha venido desarrollando desde que abandonó su país como consecuencia del exilio. Eso me permitió desarrollar labores benéficas y diversas colaboraciones con onegés, a través de recaudaciones de fondos, fundamentalmente destinados a la infancia.

Me veo por ello con criterio para destacar la buena y sensata utilización de los fondos europeos para la Catedral, San Isidoro, San Marcos, Palacio de los Guzmanes, Plaza del Grano, parques de Quevedo y San Francisco, paseos de Papalaguinda y de La Condesa, Barrio Húmedo y Romántico, acondicionamiento de las márgenes de los ríos Bernesga y Torío, hasta completar un compendio de ciudad joya. Todo ello arropado por una hostelería generosa, autodidacta, sin dejar de ser elegante y amante de sus tradiciones gastronómicas.

La provincia tiene el rastro impreso que dejan el Camino de Santiago, la Ruta de la Plata y la trashumancia. Y también las nuevas vías de comunicación con las regiones más próximas y la incorporación a la red de la alta velocidad ferroviaria. Las gentes de León, dado su bagaje histórico como receptores de viajeros, peregrinos, comerciantes, arrieros, y pastores, constituyen un pueblo hospitalario, de tradición amable con sus visitantes, con una amplia oferta de hospedaje en paradores, conventos, hoteles, monasterios, casas rurales y balnearios. Y eso sin olvidar su rico y variado patrimonio, empezando por la naturaleza, las montañas, cuevas, riberas, bosques, ríos, lagos, cascadas… En este punto cabe destacar la múltiple oferta deportiva que aporta este entorno natural y que convierte a la provincia en un lugar de interés para los visitantes por la práctica del esquí, la espeleología, el alpinismo, el piragüismo, la pesca, el senderismo, la equitación, etcétera. También por la fauna autóctona: osos, lobos, linces, rebecos, gatos monteses, águilas… Y, por supuesto, el patrimonio artístico y los museos de renombre nacional e internacional —los de León y del Bierzo, Musac, CLA, Etnográfico, Catedralicio Diocesano, Botines...—, el arquitectónico —monasterios, castillos, vestigios celtas y romanos, castros, pallozas, iglesias, ermitas y santuarios— y la arqueología industrial: minas abandonadas, fragua de Compludo, Museo Alfar, Museo de la Minería y Siderurgia, Museo del Ferrocarril, Museo de la Radio, Museo del Chocolate… El patrimonio etnográfico leonés es de los más ricos y variados de la península y sorprende la forma tan adecuada en la que conviven modernidad y pasado.

Todos los lectores del DIARIO DE LEÓN, de sus suplementos y publicaciones, pueden constatar que este periódico viene siendo baluarte y defensor puntual, de estos valores, contribuyendo por tanto a la mentalización del lector y al impulso de los valores leoneses.

Visto todo lo que menciono, se levantarán voces que señalen el espolio sufrido en los legados históricos, artísticos y arqueológicos, y no sin razón, pero en los tiempos que corren he creído oportuno poner en alza lo positivo, sin olvidar lo que se debe seguir haciendo, recuperando, conservando y construyendo. Y no quiero dejar sin destacar que la provincia tiene mucho de paraíso natural. Muestra de ello son los múltiples parajes que posee y que están calificados como reservas de la biosfera. Quiero hacer una llamada al mantenimiento de lo que tenemos y al desarrollo de una planificación ecológica al nivel y a la altura que merece este tesoro.

También desde esta oportunidad que me ofrece el DIARIO DE LEÓN quiero extender una invitación a los viajeros y visitantes que busquen un turismo de calidad, por la cultura, la diversidad de paisajes, la elegancia de sus establecimientos y comercio, sin olvidar las posibilidades de ocio y diversión.

Este estilo y filosofía de la vida que tiene León no es postizo, sino que ha sido fraguado desde la lejanía en el tiempo por el olvidado Reino de León, con reyes cultos, de valores plenos y generadores de las raíces de lo que más tarde ha dado en llamarse democracia.

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