Diario de León

Día de Todos los Santos

Cuando la pena nos alcanza...

Indeleble al paso de los años, el Día de Difuntos se convierte en una cita ineludible con el calendario para rendir el homenaje merecido a los que se fueron y cumplir con el rito ancestral de honrar la memoria de los antepasados

Imagen del Camposanto leonés.

El recuerdo a los que se han ido está presente en la noche de hoy.RAMIRO

León

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El acervo popular concede a la Noche de Ánimas y al Día de Todos los Santos ese espíritu que confiere a la vida que la muerte se haya llevado el cuerpo pero no el alma. Es la tradición. Es la cultura. No hay nada más aterrador que lo desconocido. Y excepción hecha de lo que la fe cristiana otorga de mérito al Señor (hace de eso ya más de dos milenios), no hay nadie que haya vuelto de allá para contar a los de acá cómo es cruzar la luz blanca y sentir el calor confortable.

Por eso el ritual que cada 31 de octubre se cumple en los pueblos de la provincia, igual que en la capital pero con diferente sentido, pasa por ser una de las citas que marca el calendario anual con más carga emotiva. La nieta que acude a la sepultura de su abuelo con el centro que ha confeccionado con mimo. La corona encargada en la floristería. O la simple oración en silencio, por no mencionar la remembranza que se lleva en el interior. Todo lo que sea menester para que haya una vida eterna aunque sea silenciosa.

La capital se encarga de las grandes concentraciones y los desplazamientos masivos a Puente Castro. El Bierzo coloca en ese límite entre el sentir de la meseta y las tradiciones gallegas el punto de encuentro para expresar una fórmula diferente de sentir lo mismo. Hay algo en la Montaña Central y en el Valle de Laciana de acercamiento a otro gran asentamiento de cultura mortuoria, el Principado de Asturias. Todo son formas de entender que en estas tierras se piensa en los cielos igual que en otras muchas y que la etnografía es parte de la vida y por supuesto, de la muerte.

Banderas aparte, el sentimiento es común. Independientemente de la procedencia de la esquela, la pérdida de un ser querido es un trago en todas las religiones, en cualquier cultura y en el ámbito de la vida. Porque para eso está la esperanza, para hacer más llevadera la sensación de que antes o después, el negocio de la funeraria va a tener a todo el mundo por cliente. Que es el único trabajo de los conocidos donde nunca va a faltar mercado. Da igual la moda, es lo mismo el estilo. Que el cuento se acaba, está asumido. Así que solamente es cosa de disfrutarlo y de hacerlo llevadero al máximo posible. Es palabra y también obra.

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