Día de Todos los Santos
Entre lo psicológico y lo sobrenatural
El dolor por la pérdida de un ser querido está detrás de muchos de los ritos que se han hecho célebres en los usos comunes a través de la historia; el duelo tiene siete fases que son inevitables y hay que superar antes o después
Las personas temen a la muerte. Pasan toda la vida escuchando hablar de La Parva Señora y, aun sabiendo que en algún momento va a llegar, se resisten a ella y a todo el dolor que ocasionará cuando se haga presente. Es posible que este temor esté más relacionado con el hecho de perder a una persona amada que con la misma muerte, y de cómo eso podría sumir a la persona en un círculo de pena y dolor que resultaría difícil de superar.
A todos les llegará el momento de partir físicamente de este mundo, eso es parte del ciclo de la vida. Sin embargo, es inevitable que después de que un ser querido fallezca las personas se sientan devastadas, tristes y vacías. Lo importante es saber que eso es parte del duelo por el que hay que pasar mientras, a la par, se atiende todo lo concerniente al descanso eterno del fallecido. Muchos quisieran llevar por siempre un recuerdo de su familiar como una forma de conseguir algo de consuelo. Una buena opción está en los colgantes para cenizas, que son un hermoso detalle que se puede llevar a donde quiera que se vaya y en él, parte del ser querido. Esto puede ser una manera de sobrellevar el duelo, ya que no todos toman la muerte de la misma forma. Es importante señalar que el duelo consta de siete etapas que, si se conocen de antemano, posiblemente ayuden a llevarlo de la mejor forma posible.
UN MOMENTO MUY DURO
Para algunos, es muy difícil aceptar que ese duro momento ha llegado y no dejan de sufrir y de revivir el doloroso momento, mientras que para otros es más fácil asumir la muerte como algo inevitable y ocuparse de las gestiones necesarias. Entre ellas, el funeral, urnas para cenizas y otros aspectos que son propios del momento para ocultar o mitigar su dolor.
Las formas de enfrentar una pérdida no son iguales en todas las personas. Quizás, quien vivió una etapa de padecimiento de enfermedad con un familiar previa a su muerte se permitió prepararse con anticipación a las gestiones funerarias como urnas biodegradables o cumplir con los deseos de su ser querido a la hora de su muerte. Eso hace que el impacto, de alguna manera, sea menor, ya que es una forma de enfrentar la realidad.
El duelo hay que vivirlo y verlo como un camino que es necesario transitar porque solo así es posible superar la muerte de los seres queridos.
En tal sentido, es importante saber que no se tiene la culpa, que se valore cada uno de los momentos compartidos con esa persona en lugar de reprocharse los que no se pudieron tener. Es fundamental recordarlo con amor y, sobre todo, darse la oportunidad de reorganizarse y seguir viviendo.
En cualquiera de los casos, sí que hay un axioma que es de obligado cumplimiento: todo este proceso es inevitable y antes o después, de alguna forma, hay que vivirlo sin remedio. Es cuestión de hacerlo en las mejores condiciones.