Diario de León

Las tierras leonesas, escenario narrativo de escritores y poetas

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AFRODISIO FERRERO PÉREZ

E n la conferencia inaugural, el catedrático de la universidad de Salamanca Fernando Rodríguez de la Flor, en su análisis de la provincia y su poética, señaló que la modernidad amenaza con diluir el papel de la provincia: «Nada retiene el fulgor que tuvo en su momento». En su opinión, la provincia se ha convertido casi en un anatema creado por la ultra modernidad megalo-“política y virtual, pensamiento que comparten los grandes maestros de la filosofía.

Hay, de todos los modos, que convenir que son corrientes transitorias, ya que la provincia como división territorial básica seguirá siendo el germen intelectual y origen del escritor, las creencias arraigadas, y, en suma, el espacio imaginario para la creación; estés donde estés, la tierra explica nuestra historia y lo es todo, consuelo y alimento del espíritu. Y si se verifica la hipótesis del profesor Rodríguez de la Flor, los escritores tal vez llorarán añorando las ciudades de su niñez, como ha dicho Martínez Kleiser: «No sé si vosotros pensaréis como yo; pero he de decir que cuando comparo recuerdos con actualidades, aquella paz antigua y este aturdimiento de ahora, aquella villa humilde que fue, con estas urbes maravillosas que hoy nos sorprenden, yo, sin poder evitarlo, lloro aquella ciudad de mi niñez que yace enterrada bajo la ciudad populosa de nuestros días».

Mientras no se extinga esa fuerza narrativa que nos genera la ciudad, seguiremos inspirándonos (en nuestro caso) en León como espacio literario. De ahí la razón y los fundamentos rigurosos que nos aportó el profesor y crítico literario Nicolás Miñambres. Y así lo hacen constar también los restantes organizadores de este Congreso, Alfonso García y José Enrique Martínez, señalando en su justificación, que es preciso tener en cuenta que a lo largo del tiempo, la tradición y los escritores ya sean reconocidos o anónimos, han ido creando la riqueza literaria que constituye nuestro patrimonio.

En esta perspectiva, las gentes de León han sido argumento para la creación, pero nada de ello hubiera sido posible sin un espacio real: «el espacio leonés», en donde el hombre aparece como elemento concreto que se diversifica en la acción literaria.

Es por ello que el genio creativo del que arranca la obra literaria tiene como sustancia básica los «topoi, temas y conceptos repetidos una y otra vez, los lugares comunes de la literatura occidental (Quesada Sosa) que conforman nuestro acervo cultural. Fernando Aller, en la intervención inaugural, subraya que además los leoneses se reconocen por los distintos territorios: Celama-Páramo, Petavonium, Bierzo, Maragatería, Ribera, Montaña y en sus ciudades llenas de historia y sensaciones que se plasman en las obras de autores bien conocidos: Luis Mateo, Antonio Colinas, Antonio Pereira, Carnicer, Leopoldo Panero, Elena Santiago, Llamazares, Torbado, así como otros creadores vinculados al espacio literario de León, Concha Espina, Juan Benet y otros.

Espacios míticos: Región, Celama, Petavonium

Desde diferentes perspectivas se habló de León, como espacio narrativo y como espacio provincial base de un universo literario. Así Vicente Pueyo, en su defensa de «la industria de la imaginación» (Diario de León: 26/11/09), y siguiendo los pasos del fabulador Borges, nos recuerda que el hombre-autor, después de dibujar el mundo y poblar el espacio de individuos, reinos, suaves montañas-¦, descubre que el paciente laberinto que configuran estas líneas traza únicamente la imagen de su cara. Y Pueyo, con cierta ironía, agrega que si León hubiera seguido el ritmo de la imaginación y el quehacer de los escritores, que han sabido hurgar en el filón de nuestra tierra, otro gallo nos cantaría-¦

Lo cierto es que, merced al conjunto de los escritores, periodistas y poetas del espacio geográfico y literario de León, ha surgido, en las letras españolas, una literatura floreciente con el sello de «estilo leonés». La Ministra de Cultura González-Sinde nos dijo: «La literatura universal, y en especial la literatura leonesa, constituyen un pasaporte a la intimidad, de algo vivo que echa raíces más allá de la vida por la verdad que proclaman los poetas y escritores».

En este horizonte, las obras de Región, de Juan Benet; Celama de Luis Mateo y Petavonium de Antonio Colinas, constituyen el tríptico sobresaliente de los espacios míticos de los creadores leoneses. En primer lugar, Región (1967), según el análisis del catedrático de la universidad de Oviedo, Francisco García Pérez, constituye una metáfora de España, «aunque tiene ingredientes de la realidad leonesa». En su opinión, es el resultado de determinadas creencias y vivencias sobre determinadas circunstancias de España. Responde, quizá, al planteamiento que hiciera en su día el profesor Laín Entralgo: «A qué llamamos España». Por otra parte no hay que olvidar que para algunos eruditos como el catedrático García Pérez que considera a Juan Benet segundo escritor más importante del siglo XX, tras Valle Inclán. De todos modos, es, sin duda, uno de los creadores de la renovación literaria en España, iniciada en 1962, juntamente con otros escritores leoneses y foráneos.

El escritor y académico Luís Mateo Diez, aparte de crear el espacio mítico del Páramo en su obra El Reino de Celama , fundó la ciudad ideal, en opinión de catedrático de la ULE, José Enrique Martínez. Sabido es que Celama convierte el Páramo leonés en un territorio de la memoria, de la imaginación. El profesor González Boixo, de la ULE, señala que la elección de León y del espacio del Páramo no es un capricho de Luís Mateo, sino la plasmación de una necesidad afectiva: «Son los ámbitos de esos héroes que en sus novelas encuentran su identidad». Así reconvierte un territorio real, cuyos hombres se caracterizan por su abnegación y el esfuerzo ante la vida, en un territorio de ficción y de palabras, un espacio mítico en el que suplanta la memoria por una unión contextual nueva.

En la otra faceta de Luís Mateo, no podemos olvidar Las estaciones provinciales , obra en la que funda la ciudad inventada, lo que también hacen José Maria Merino y Juan Pedro Aparicio, en opinión de José Enrique Martínez, que considera dentro de esta línea las ciudades de Balzac (París), Joyce (Dublín), Galdós y Umbral (Madrid), Mendoza (Barcelona), Borges (Buenos Aires), Pessoa (Lisboa), que incorporan la realidad vivida, la memoria personal e histórica con personajes y escenarios más o menos reconocibles. De este modo, León como fuente narrativa nos convierte en parte de la historia.

León es una ciudad que nunca se desvela del todo, así los creadores la reconvierten y la recrean a medida que sus personajes desfilan.

José Somoza Medina, profesor de la ULE, nos recordó que la geografía determina muchos aspectos de la proyección de los autores (la imagen de la cara de Borges). Pero no hay que olvidar que la sociedad del siglo XX, en su evolución, ha modificado la concepción de la novela volviendo a primar el espacio sobre el tiempo, al cambiar la situación económica y social. La globalización revitaliza lo local y lo geográfico que contribuye a modelar nuestra vida y afecta a todas las manifestaciones artísticas, incluida la literatura.

Esto mismo se puede inferir de muchos creadores y escritores que proyectan en sus narraciones «un niño interior»; por ejemplo, Antonio Colinas en Días en Petavonium , en la que crea un espacio mítico. Un castro romano para reconocerse en ese espacio arquetípico. Se propone recrear su espacio a partir de un «castro trapezoidal» que se alzaba cerca de la casa de sus abuelos, convirtiéndolo en un espacio sagrado en torno al que el tiempo corre de lineal a cíclico en opinión de Susana Agustín.

Espacios geográficos

Dentro del programa del Congreso, se analizaron otros espacios geográficos, incluidos los secretos. Así Antonio Pereira, unido al Bierzo y más concretamente a Villafranca del Bierzo. En este contexto hay que situar también a Carnicer, en cuya obra Donde las Hurdes se llaman Cabrera hace constar su compromiso de por vida, en opinión de Suárez Roca.

Del espacio de Maragatería sobresale la escritora santanderina Concha Espina con su obra La esfinge maragata (1913), que vivió en Astorga por algún tiempo para «dar a luz» a los personajes de su obra. Martínez Oria, estudioso de su obra, nos cuenta que la Esfinge fue extraída de los lugares de la Maragatería en los que pesa el enigma de la tierra. Según mis fuentes, visitó, entre otros, los pueblos de Valdespino, Santa Coloma de Somoza y Castrillo de los Polvazares (Valdecruces), donde fue erigido a la escritora un busto-efigie como recuerdo en 1970.

No podemos olvidar, al hablar de la Maragatería, al poeta Leopoldo Panero, que nos regaló estos versos: «Mañana y hoy y mañana /sobre Castrillo y Nistal/ descansa el peso del mundo / en la suavidad del paisaje».

El espacio de la Ribera y la Cepeda fueron analizados, respectivamente, por Natalia Álvarez y Tomás Álvarez en sus ponencias «Imágenes del río» y «La palabra de los náufragos».

Sobre la Ribera del Órbigo, Antonio Colinas nos dice: «Aquí en estas riberas, donde atisbé la luz por primera vez / dejo también el corazón».

Destacan en la Cepeda el catedrático González Álvarez, filósofo arraigado, y el Director General del Libro, Archivos y Bibliotecas, Rogelio Blanco, quien en el acto inaugural manifestó: «En León tenemos morada y una palabra para sabernos como leoneses».

En este bosquejo de espacios creativos no podía faltar la Montaña y Tierra de Campos, tema que desarrolló Mª Antonia Suárez: «La montaña como espacio literario vivido y añorado». Y Julio Llamazares, su heraldo más destacado, creador de una mitología de la tierra y sus gentes. Asunción Castro comentó la obra de Jesús Torbado Tierra mal bautizada , que trata de subrayar la intención del escritor con relación al destino siempre fatal de sus gentes.

Consideraciones finales

Tengo el convencimiento de que la literatura leonesa brilla con luz propia en el panorama de las letras españolas, no solo por la calidad de sus escritores, poetas, historiadores y periodistas, intelectuales todos, sino que, como se recoge en los temas tratados en este congreso, va camino de convertirse en un referente más de la Historia de la Literatura. La amplia nómina de creadores leoneses actuales tiene como nota común «la originalidad y el talento», en expresión de Félix Pacho.

Se habló también de la «Didáctica del paisaje en la enseñanza de la literatura» (Bernardino González) o «La infancia en blanco y negro» (Aurelio Loureiro).

Soy consciente de que, además de León, existen otras ciudades, comarcas y regiones como espacio literario, sin olvidar los lugares imaginarios y las obras que las plasman tan variadas, numerosas y ricas en ingenio y fuerza creadora, que las ciudades, grandes o pequeñas, o solo imaginarias, serán siempre los escenarios narrativos de los que la creación arranca.

En la clausura de este Congreso pronunció una conferencia el pintor y catedrático de la Universidad Complutense José Sánchez Carralero, «Desde el lenguaje a la creación pictórica», resaltando la palabra y el trazo como instrumento de la creación.

Todas las intervenciones han coincidido en destacar el ámbito leonés como territorio del arte y la cultura. No en vano el Alcalde de la ciudad ha pedido que León sea declarado como Ciudad Literaria por la UNESCO. El éxito del Congreso es evidente y para que la antorcha continúe encendida, los organizadores del próximo han anunciado ya que girará en torno a Relatos y Microrrelatos , con el sello emblemático de La pasión por contar .

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