Diario de León

Dionisio Álvarez Cueto, dibujante

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JOVINO ANDINA YANES

N isi -le decía su abuelo «el panadero» cuando, siendo un escolar, lo veía pasar las horas ensimismado haciendo caricaturas y soldados a caballo-, deja de pintar la mona y haz algo de provecho!

-”¡Quién le dijera al abuelito -diría años después Nisi, cuando ilustró exposiciones y libros importantes como Hijos de un tiempo perdido , escrito por el codirector de Atapuerca José María Bermúdez de Castro y colaboradores- que me iba a ganar la vida precisamente pintando la mona (chimpancés)!

Es la anécdota entrañable que me cuenta su madre un año después de que la parca cortase, a los 44, el hilo de su vida en el mejor momento profesional y familiar, con un montón de proyectos e ilusiones por delante. O la costumbre que tenía de pararse siempre frente al escaparate de la tienda de su madrina, donde había una pequeña figura de Napoleón a caballo, blanco de sus miradas y dibujos, y que la madrina terminó regalándole por Reyes, lo que le hizo feliz.

Hay que decir, completando lo anterior, que la plaza donde está su casa paterna y el citado castillo, fue «teatro» de combate cuando la Guerra de la Independencia. Y también que uno de los objetivos de ilustración preferidos por Dionisio fue precisamente esa fatídica guerra, aunque los dibujos no se refiriesen a este lugar concreto.

¿Coincidencia, casualidad...?

Dionisio estudió la EGB en Bembibre, en el entonces recién inaugurado edificio del Colegio Público Menéndez Pidal en Viña de la Corona -lo recuerdo en clase de Lengua Española, hacia finales de la década de los 70, como un muchacho despierto y aplicado al que le encantaba contar historias dibujando-. Luego vino el bachillerato en Bembibre y Madrid, matriculándose después en Periodismo, que no le gustó, para pasar finalmente a hacer lo que siempre había deseado: Bellas Artes en la Complutense madrileña. Un futuro que parecía pintiparado para quien tenía gran aptitud para el dibujo y la creación plástica.

Y si a eso añadimos su inquietud intelectual, su pasión por la arqueología, la historia y la divulgación cultural, tenemos el hurmiento ideal para que se desarrollase el especialista que un tiempo después fue en el campo de la ilustración histórica. Y de la evolución humana, de la fauna, prensa, retrato, caricatura, etc.

Ilustrador histórico

Si el objetivo de todo artista plástico es que su obra provoque una determinada sensación en el espectador (expresar belleza, emocionar, reflejar el mundo o incluso romper cánones establecidos), en el caso del ilustrador, su tarea tiene además un matiz didáctico esencial, pues lo que pretende, en definitiva, es que dicha ilustración facilite al espectador, o lector si se trata de un libro, la comprensión e interpretación de un texto, de una batalla, o refleje un determinado acontecimiento. Para que esto sea así, además de capacidad creativa y de un buen dominio de las técnicas pictóricas, hace falta que exista empatía y fluidez entre el investigador (arqueólogo o historiador) y el artista. El primero conoce el ambiente y los hechos que quiere comunicar, y plantea los criterios y detalles; el segundo les da forma, color y vida, vistiéndolos de originalidad y tensión expresiva, para que despierten el interés del espectador y lo encandilen. Algo en lo que Dionisio era un experto con lápiz mágico, un maestro.

Enrique Baquedano, arqueólogo, director del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid y gran conocedor de su obra, escribía al respecto en un In memoriam titulado «Dionisio Álvarez Cueto, imaginero de la historia», que se publicó en El País el 19 de enero de 2009: «Coincidían en él dos características muy notables. De una parte, una gran capacidad creativa y plástica con una facilidad para el dibujo y el manejo de los colores que transmitía como nadie las sensaciones y los sentimientos. (...) Su trabajo, realizado con tableta digital, semejaba la acuarela de manera prodigiosa, y la sensación de movimientos, de profundidad, tan necesaria en la ilustración de escenas, era manejada magistralmente».

Una vida corta pero fructífera

Es verdad que Dionisio se fue silencioso y demasiado pronto. Sin embargo, a pesar de esa temprana desaparición y de los muchos proyectos que quedaron pendientes o esbozados, dejó una obra de gran entidad, especialmente en temas de arqueología, evolución humana e historia militar (Guerra de la Independencia); habiendo sido además uno de los pioneros del arte ilustrado informático.

Sus dibujos ilustraron exposiciones y catálogos en salas y lugares tan visitados como el Centro Arte del Canal de Isabel II de Madrid: Un pueblo, una nación (2008), con motivo del aniversario de la Guerra de la Independencia; Museo de los Orígenes de Madrid: M-30 un viaje al pasado (2007); Museo Arqueológico Nacional; Museo de Altamira en Cantabria y nuevo Museo del Ejército en Toledo (de próxima inauguración). En el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares: Bifaces y elefantes. Los primeros pobladores de Madrid (2002); Pioneros de la arqueología en España (2004); Ficción y realidad en el Siglo de Oro. El Quijote a través de la arqueología (2005); Esperando el diluvio. Ambrona y Torralba hace 400.000 años (2005-06); Recópolis. Un paseo por la ciudad visigoda (2006-07). O en la Casa de la Cultura Salvador de Madariaga de La Coruña: Las batallas y uniformes en la Guerra de la Independencia (2003).

Más de medio centenar de libros de diversos autores se vieron igualmente enriquecidos gracias a sus ilustraciones, entre ellos: Actos de amor y de placer (2004); Hijos de un tiempo perdido (Premio Prisma al mejor libro de divulgación científica publicado en España en 2004); Hernán Cortés. La conquista de Méjico, 1515-1521 (2004); Duermes y me olvidas. Viaje al interior de La Ilíada (2005); La cadera de Eva (2005); Los Escipiones en Hispania. Campaña Ibérica de la Segunda Guerra Púnica (2005); Tal como éramos (2005); Humanos y osos. Una historia paralela (2006); Napoleón y la Península Ibérica. Asedios de Ciudad Rodrigo y Almeida (2006); Cazadores a caballo de la Guardia de Napoleón (2007); Madrid 1808. El Dos de Mayo contado para todos (2008); Una guerra ha comenzado y Crónicas Napoleónicas (estos dos quedaron en preparación). Y también muchas páginas de los diarios ABC Inmobiliario y El País , así como diversas revistas nacionales: Madrid Histórico (de cuyo consejo editorial formaba parte), Tiempo , Arte de vivir , Dinero ; y extranjeras de especialidad como la francesa Soldats Napoléoniens o un cuaderno científico alemán.

Amante de las buenas historias, de la divulgación y del fomento de la lectura como pasatiempo ideal, se había embarcado, junto con dos amigos más, en un apasionante y plausible proyecto editorial, bautizado con el significativo nombre de «Las 4 plumas», del que ya vieron la luz los primeros y hermosos títulos. Trabajador incansable, lo hizo hasta el momento final; tan fue así que su ilusión postrera era hacer un libro sobre «cruzadas y peregrinos» que no pudo terminar.

En fin, es cierto que la prematura desaparición de Dionisio supuso una pérdida enorme para el mundo de la ilustración histórica, para sus amigos y sobre todo para su familia. Pero, como ya se dijo anteriormente, nos ha dejado una obra magnífica, amplia en cantidad y espléndida en calidad y detallismo. Y preciosa y ejemplar también en su dimensión humana.

Esta es, muy brevemente, la semblanza de este artista bercianoleonés, casi inédito en su propia provincia a pesar de ser un referente y un creador muy distinguido en su especialidad, al que los aficionados al miniaturismo histórico-militar homenajearán este año dedicándole las figuras basadas en sus ilustraciones, con ocasión del «Encuentro de El Escorial 2010».

Si el mejor homenaje que se puede hacer a un escritor es leer sus libros, y a un artista, conocer y divulgar su obra, estamos, pienso, en el momento del ya. En este sentido es de agradecer la iniciativa y sensibilidad del Instituto de Estudios Bercianos, entidad cultural que ha mostrado su interés por dedicar una exposición a su obra, para lo cual ya ha establecido contacto con su familia. Sería de desear el concurso de otras instituciones públicas para que su alcance y difusión no se ciña exclusivamente, cuando se realice, a la comarca berciana.

Es, sin duda, una buena manera de honrar su memoria, de difundir su arte y agradecer su aportación cultural y bonhomía.

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