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León

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ALFONSO GARCÍA

U na de las cosas más hermosas que a uno le pueden suceder en la vida es la posibilidad de aplaudir la labor de personas y organismos que se esfuerzan permanentemente en enriquecer la vida de un pueblo y, como consecuencia, hacérnosla más grata. El reconocimiento público es la muestra del orgullo y la satisfacción que, como individuos y colectividad, sentimos hacia su trabajo. Reconocerlo no es más que una manifestación de gratitud.

En el ámbito de la cultura musical, esta ciudad, cuando llegué, a finales de los sesenta, era un verdadero desierto. En el impulso, sobresaliente sin duda, que media desde entonces a hoy, es de obligado cumplimiento recordar nombres que, como Odón Alonso, Ángel Barja, Felipe Magdaleno, Samuel Rubio y otros que necesitaría recordar, han hecho posible este cambio.

Viene esto a cuento porque tengo entre mis manos la Revista Musical de la Fundación Eutherpe, que, nacida en León para el desarrollo de la cultura musical, ha ampliado su proyecto a Valencia. En uno y otro caso, sus objetivos se han ido llevando a cabo con naturalidad y eficacia y se ha convertido Eutherpe, en sus pocos años de andadura, en un referente indispensable de la riqueza y la valoración musical de nuestra tierra. Recorrer en las páginas de esta publicación la Memoria 2009 y el Proyecto 2010 es corroborar la evidencia de un milagro . Hermoso, como los milagros.

Y detrás del milagro, el alma de Margarita Morais, esa mujer abierta, generosa, rica de perfecciones y amorosa dedicación. Nada podría explicarse sin esa entrega. Sin esa sensibilidad que le brota como la espontaneidad de su sonrisa. Sin esa fuerza interior que cree en lo que hace con la sencillez de la sabiduría. Leer lo que dice en la Presentación explica no pocas cosas. Un día, no hace tanto, escribí que Ángel Barja, con el que tantas cosas le unían, tenía el alma de pájaro. Hoy he de decir lo mismo. Margarita Morais tiene alma de pájaro. No sé si sabrá cuánto se lo agradecemos. Queda dicho. Y que esta tierra tiene con ella una deuda impagable.

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