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Estudio riguroso en torno a los orígenes del feminismo español

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León

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Autoras inciertas. Voces olvidadas de nuestro feminismo

Nuria Capdevila-Argüelles. Ed. Horas y Horas (col. «Cuadernos inacabados»), Madrid, 2009. 252 pp.

NICOLÁS MIÑAMBRES

Es innegable que los estudios sobre los orígenes del feminismo español van avanzando, tanto en la producción bibliográfica como en el tratamiento científico. Ello no es óbice para resaltar el rigor y la originalidad de esta obra de Nuria Capdevila-Argüelles. Es difícil ofrecer en un número tan reducido de páginas una aproximación más certera a este fenómeno de comienzos del siglo XX español, tantos años en las catacumbas de la investigación.

La obra ofrece una introducción que se completa con la semblanza de cuatro mujeres de finales del siglo XIX, caracterizadas por su modernidad: Isabel Oyarzábal de Palencia, Elena Fortún, Lucía Sánchez Saornil e Hildegart Rodríguez Carballeira, más joven esta última que las anteriores y cuya semblanza lleva por título «La autoría eugénica de Hildegart». Se trata de mujeres que, en su arriesgada modernidad tienen que luchar contra la sociedad y enfrentarse a los prebostes intelectuales del momento. De Gregorio Marañón, Santiago Ramón y Cajal, José Ortega y Gasset e, incluso de Eugenio D´Ors, Nuria Capdevila-Argüelles afirma: «sufrían una aguda misoginia que se tradujo en un concienzudo terrorismo anti-emancipación femenina». No le duelen prendas en afirmar que estos intelectuales «escriben desde y para el patriarcado. Así, manipulan la imagen de la mujer para fines políticos» (p. 16). A pesar de esta hostilidad, la autora demuestra, con referencias bibliográficas diversas del pasado, cómo el feminismo español vivió una «interesante época dorada durante las décadas de 1920 y 1930 hasta la guerra civil». No olvida señalar cómo la reforma educativa de la segunda República favoreció estos movimientos. No falta su referencia a la vida y obra de Federica Montseny. Es muy curiosa la plasticidad con que la autora alude al miedo de estos intelectuales, personalizado en la denominación inglesa flapper, de difícil traducción, Maschieta en italiano y que en español pasaría a denominarse garzona, galicismo empleado en la traducción de la novela de Víctor Margueritte, La garçonne.

El grueso de la obra lo constituye la semblanza detallada de estas mujeres, completada con una precisa «Conclusión», sin que falte una extensísima bibliografía de este fenómeno femenino. Estamos ante una obra modélica, a la que, si acaso, hay que achacar la extensión de los párrafos, que, en algún caso alcanzan cuatro páginas, lo cual puede hacer fatigosa la lectura.

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