Treinta y tantas razones para una lectura
Trentacuentos
VV.AA. Casabierta Editorial, Palma de Mallorca, 2008. 316 pp.
Trentacuentos es un sueño compartido que empezó en una cena en Casa. Lo imaginamos abierto y, de nuevo, atrevido. Pero pensamos que poner en diálogo de papel a autores reconocidos por su letra ya publicada con otros que todavía son sólo atisbos de alfabeto sería un atrevimiento, un reto; jamás una competencia. Desde el principio, la idea fue creciendo gracias al aliento de todos ellos». Lo escriben los responsables en el Prólogo.
Lo cierto es que el lector se encuentra ya con el resultado, magnífico. Además del valor de los cuentos en sí mismos, que proporcionan una lectura interesante y amena, la riqueza de la diversidad de estilos, enfoques, apoyaturas lingüísticas y un largo etcétera rompen los frecuentes esquemas monocordes para perfilar más la intensidad y el contraste, siempre elementos para tener en cuenta. El lector puede recorrer los caminos de la pobreza, de la identidad personal, leer cartas misteriosas, conocer historias de cementerios, acercarse al curioso mundo de los viajantes, tener la sensación de que al año le falta un mes, coleccionar con algún autor palabras y sueños, vivir una Navidad dolorosa, acercarse a seres extraterrestres y maldiciones, sentir ciertas heridas de la emigración, jugar con el engaño de la muerte o simplemente dejar pasar la vida-¦ Todo un cúmulo de propuestas temáticas y estilísticas para que el lector se acomode con posturas diferentes ante cada una de ellas. Y, además, una de sus lecturas es artística. Lo explica así Casabierta , también en el Prólogo: «Quisimos cotejar otros lenguajes, de ahí que invitásemos a la arista Mónica Fuster a sumarse al libro. Ella, ¡no podía ser de otra manera, conociéndola!, se atrevió a dar una vuelta de tuerca, y en lugar de ilustrar los relatos optó por crear una historia visual».
La presencia leonesa, tan interesante hoy cuando hablamos, sobre todo, de relato corto, es generosa: Luis Mateo Díez, Julio Llamazares, José María Merino, Antonio Pereira, Tomás Sánchez Santiago.
El lector tiene muchas razones -“al menos treinta y tantas- para disfrutar con estas páginas, llenas siempre de aliento. Se lo recomiendo de veras.