Diario de León
Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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El pasado día 4 tuvo lugar en el Auditorio «Ciudad de León» uno de los espectáculos más interesantes y atractivos que uno recuerda en los últimos tiempos, en una ciudad en que la presencia cultural -“generalmente con iniciativas no siempre patrocinadas, a Dios gracias, por los dineros públicos- tiene el suficiente vigor como para no quedar sumida en sueños imposibles. El Conservatorio de Música rendía homenaje al último Premio Nacional de Poesía, el villafranquino Juan Carlos Mestre.

Música diversa -“con estreno incluido de una hermosa pieza- se alió con la palabra poética y todo quedó sujeto a la precisión, la calidad y la emoción. No es la primera vez -“esperamos y deseamos que no sea la última- que el Conservatorio, con la presencia joven sobre todo, aúna esfuerzos para poner sobre el escenario la calidad, la calidez y la sugerencia de una propuesta. Uno reafirma así su convencimiento de que uno de los activos indiscutibles de estas tierras es la Cultura y sus diversas manifestaciones, a la que apenas se hace caso, a pesar de las palabras que llenan protocolos e improvisaciones, y, sobre todo, a la que no se saca el provecho y rendimiento que atesora. Los juicios de valor están sobre la mesa, y la decisión, arriesgada sin duda, de transitar este camino no es, ni mucho menos, descabellada. Sobre todo si no se improvisa.

Sobre el fondo de la música, compartiéndola especialmente en un hermanamiento inevitable, la palabra del poeta, del artista Juan Carlos Mestre. Llena de emoción, de imágenes sorprendentes, de metáforas que convierten la realidad en delicadas alas de mariposas y al que escucha en el sastre que viste sus sueños. Una palabra rica, vital, deslumbrante. Detrás de las vestiduras, el compromiso ético de una voz. El compromiso de la fraternidad y del riesgo al que nos somete la esperanza.

Cuando la palabra bajó el telón de su esplendor, a uno no que le quedaba otra razón más que la gratitud. Gracias a todos. Gracias, Juan Carlos, porque desde los años de todos los escepticismos, uno ha sido capaz, escuchándote, de emocionarse y conmoverse. El mejor regalo en una sociedad y unos tiempos en que se transitan otros caminos, tan distintos.

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