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EUGENIO DE NORA. POETA

«Los poemas de Miguel Hernández sujetos a rima ganan en expresividad y en belleza»

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León

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ANTONIO NATAL

M iguel Hernández es un clásico?

-”Mi opinión es que el término clásico encierra una cierta contradicción porque lo característico y definitorio de un clásico es que sirva de modelo a las generaciones sucesivas. La expresión misma «clásico del siglo XX» indica una contradicción insoluble. Cuando una colección trata de los «Clásicos del siglo XX» está cayendo en una contradicción porque no pueden ser clásicos del siglo XX, ya que deberían ser clásicos de los siglos venideros.

Podríamos decir que los primeros clásicos del siglo XX son Sartre y Simone de Beauvoir. Como decíamos los amigos de León, humorística e irrespetuosamente, Simone «era de buen ver y de buen tocar». Pero en fin: Miguel Hernández tiene una gran categoría como poeta y especialmente dentro de la poesía amorosa y de la poesía social.

-”Miguel no tuvo la suerte de poder estudiar, no pudo hacer el Bachillerato o una carrera universitaria pues ejerció de pastor. No obstante, cuando pudo, viajó a Madrid para ponerse en contacto con los grandes poetas. ¿Quiénes ayudaron o educaron literariamente a Miguel Hernández?

-”Le ayudaron Neruda y Vicente Aleixandre, entre otros. Él reconoció y agradeció este magisterio: «Con Pablo Neruda y Vicente Aleixandre», escribió, «planto mi residencia en la tierra». Ambos poetas dieron cuenta de esta colaboración y elogiaron en gran manera la figura de Miguel Hernández. Podrías añadir algún texto en este sentido que yo te facilitaré enseguida.

Texto de Vicente Aleixandre ( Los encuentros . Guadarrama, Madrid, 1958. Páginas 176, 177): «Allí estaba, recién emergido, riendo, con su doble fila de dientes blancos, con su cara atezada y sobria, su cabeza pelada y su mechoncillo sobre la frente... Calzaba entonces alpargatas, no sólo por su limpia pobreza, sino porque era el calzado natural a que su pie se acostumbró de chiquillo y que él recuperaba en cuanto que la estación madrileña se lo consentía. Llegaba en mangas de camisa, sin corbata ni cuello, casi mojado aún de su chapuzón en la corriente. Unos ojos azules como dos piedras límpidas sobre las que el agua hubiese pasado durante años, brillaban en la faz térrea, arcilla pura, donde la dentadura blanca, blanquísima, contrastaba con violencia, como, efectivamente, una irrupción de espuma sobre una tierra ocre».

Texto de Pablo Neruda ( Confieso que he vivido. Memorias . Seix Barral, Barcelona, 1974. Páginas 164, 165): «Miguel era tan campesino que llevaba un aura de tierra en torno a él... Vivía y escribía en mi casa... Me contaba cuentos terrestres de animales y pájaros. Era un escritor salido de la naturaleza como una piedra intacta, con virginidad selvática y arrolladora fuerza vital. Me narraba cuán impresionante era poner los oídos sobre el vientre de las cabras dormidas. Así se escuchaba el ruido de la leche que llegaba a las ubres, el rumor secreto que nadie ha podido escuchar sino aquel poeta de cabras. Otras veces me hablaba del canto de los ruiseñores... Su rostro era el rostro de España. Cortado por la luz, arrugado como una sementera, con algo rotundo de pan y de tierra. Sus ojos quemantes, ardiendo dentro de esa superficie quemada y endurecida al viento, eran dos rayos de fuerza y de ternura... Toda su obra no es sino un desafío del amor para acceder al ser».

-”¿Cuál es el libro de Miguel Hernández más importante o más significativo?

-”Vamos a ver. A mí el que más me gusta es el que se titula El rayo que no cesa . Se trata de una obra con una gran perfección formal y que trata un tema que va desarrollándose de una manera muy armónica.

-”Miguel Hernández ¿hizo una poesía social y amorosa del tipo de la que tú escribiste después?

-”Sin duda ninguna. Su obra ocupa un puesto muy destacado en este sentido. Su poesía tiene tres vertientes esenciales: La poesía de temática amorosa, la poesía existencial y la poesía social. Se podría decir que yo soy un continuador de la poesía de Miguel Hernández, al menos en los temas que ambos desarrollamos.

Como Miguel no pudo estudiar normalmente, tengo que reconocer que mi poesía posee alguna ventaja respecto de la eficacia expresiva, del sentido de la forma o de la palabra pulida. No obstante su poesía es de una gran fuerza expresiva pero, en cierto modo, habría que aplicarle lo que Góngora decía de Lope de Vega: «Potro es gallardo / pero va sin freno».

Miguel Hernández es rico en metáforas y en rotundidad expresiva pero algunas veces no controla adecuadamente todo el caudal, el torrente casi infinito de inspiración. Justo porque el torrente es muy grande, resulta más difícil encauzarlo. En algún sentido es un poeta desatado.

-”El escritor José Luis Puerto publicó una Antología de Miguel Hernández con un largo y meritorio prólogo. En él nos dice que en el poeta de Orihuela hay dos corrientes que podrían sintetizar su obra: «La gracia y la herida». La gracia conformaría el conjunto de elementos constructivos y la herida haría referencia a todo lo negativo, lo destructivo.

-” Sí. Al parecer, la gracia se refiere a lo que expresa plenitud, armonía, equilibrio, amor, sintonía con el mundo y con el orden, la casa, la mujer y el hijo. Por el contrario, la herida tendría que ver con la negatividad, la condición humana mortal, el dolor de los seres humanos.

Estos dos ingredientes están muy presentes en la obra de Miguel. Forman un cierto dualismo, una contraposición permanente. Sí, claro, la gracia y la herida recorren toda la obra de Miguel Hernández. Se complementan las dos vertientes y están presentes en todas sus obras. La tentativa de Miguel Hernández es transformar el caos en cosmos. Ir de lo incompleto, de lo débil a lo fuerte, a la plenitud: de la herida a la gracia.

-”Miguel Hernández estuvo muy comprometido políticamente, incluso acompañó a las tropas de la República a las que arengaba en el frente de batalla. Esto le acarreó muchos problemas y la condena a muerte. Dicen que el obispo Almarcha y otras persona1idades intervinieron para que se le conmutase la pena.

-”Se dicen cosas del obispo Almarcha en el sentido de que ayudó a Miguel Hernández pero yo no te las puedo confirmar. Sí hay que agradecer las gestiones de los que pidieron que se le conmutase la pena. Por lo menos no lo ejecutaron como ocurrió con otro gran poeta, Federico García Lorca. Aunque Miguel murió prematuramente y tuberculoso en la cárcel, por lo menos no lo fusilaron.

El franquismo no tenía piedad con los enemigos ideológicos, se los cargaban por las buenas. El franquismo no perdonó a los intelectuales de izquierdas. Fue terrible lo que hizo, terrible.

-”El hecho de que Miguel Hernández escribiera poesía rimada, en forma de sonetos o en otros moldes métricos ¿limitó a Miguel o lo favoreció?

-” Yo creo que lo favorece. Porque en un poeta que tiene tendencia a dispersarse, la presencia de la rima y de la estructura del soneto le ayuda a concentrarse y a expresarse mejor. Sus poemas sujetos a rima son más intensos, ganan en expresividad y en belleza.