PAUL THEROUX. ESCRITOR
«El libro de viajes es en esencia autobiográfico»
-”¿Por qué decidió emprender ahora la repetición de este viaje?
-”Cuando me embarqué en el viaje a África que se convirtió en El safari de la estrella negra , regresé a la escuela de Malwi donde había dado clase. Había cambiado mucho. Ir por primera vez a un país es increíble, pero regresar a un lugar después de treinta años es aún mejor porque entonces tienes la perspectiva del tiempo, de manera que puedes valorar cómo ha cambiado un sitio y, a partir de ahí, casi puedes predecir cómo va a cambiar el mundo. Puede ser que tus lectores vayan a la India, Sudamérica o los Alpes, y verán el lugar; y puede que sepan algo de su historia, pero no saben hacia dónde se dirige. Todo puede tener la apariencia de ser lo que parece, pero no lo es en realidad, y cuando vuelves veinte años después, es algo diferente. Viajar, para mí, es una experiencia temporal.
-”¿Qué es lo que más ha cambiado en los lugares que ha visitado?
-”El Gobierno. Ahora algunos sitios están bien gobernados, mientras que otros tienen Gobiernos terribles. Cuando escribí El gran bazar del ferrocarril , Vietnam estaba en guerra, Laos estaba en guerra y en Camboya tenían a Pol Pot. Extraigamos ahora todo eso de la ecuación y lo que obtenemos es paz, obtenemos prosperidad y obtenemos desarrollo. Ahora la gente tiene la posibilidad de vivir la vida. Eso es una gran diferencia.
-”Parece un libro mucho más alegre que El gran bazar del ferrocarril , ¿no cree?
-”Sí, en aquella época yo lo estaba pasando fatal. Estoy mucho más asentado ahora. Cuando escribí El gran bazar del ferrocarril era un autor lleno de ansiedades; nunca había escrito un libro sobre viajes y estaba muy preocupado con el resultado. Mi familia estaba desarrollándose y me necesitaba. Se trataba de una preocupación enorme, y yo tenía que lograr que funcionase. Ser un autor joven es muy duro, porque no sabes cómo van a salir las cosas. ¿Se va a vender este libro? ¿Voy a ser capaz de ganarme la vida o tendré que volver a hacer otras cosas? Ahora tengo menos preocupaciones de ésas, y viajar sin ansiedad es genial.
-”¿Dónde se sorprendió usted de un modo más agradable?
-”Viajo sin expectativas y sin dar nada por sentado, pero me sorprendió gratamente el poder viajar al norte desde Ho-Chi-Minh, atravesar todo Vietnam y entrar en China. Fue muy emocionante, porque antes no se podía entrar en China por esta vía. Para mí, la emoción de viajar consiste en atravesar fronteras nacionales, no quedarme confinado en un sitio. Cruzar a pie la frontera entre Turkmenistán y Uzbekistán, coger el tren, bajar del tren, cruzar caminando la frontera, hacer autostop-¦ para mí, eso es genial. Crucé la frontera de Vietnam a China de paquete en una motocicleta. Eso sí que fue emocionante.
-”¿Y qué fue lo que más le decepcionó?
-”Birmania sigue siendo un caos, y una tiranía. Pero la decepción no es un sentimiento que yo perciba en mí muy a menudo, porque, pase lo que pase, siempre hay algo de lo que escribir. La decepción profunda puede ser un gran tema, no es que yo viaje por placer, y tampoco viajo necesariamente para pasarlo bien. No voy de vacaciones. Mis libros de viajes favoritos tratan de odiseas.
-”Una vez describió África como un paraíso porque no había teléfono, fax o internet. Ahora se lleva una Blackberry, ¿no es así?
-”Sobre todo es por complacer a mi mujer, para que pueda saber dónde estoy, porque si no, se preocupa. Lo ideal sería viajar sin ella, porque viajar debería consistir en desaparecer. Todas las conexiones, Blackberry, ordenador, lo que sea, disminuyen la experiencia. ¿Dónde quedan las ansias de conocer mundo si estás constantemente al teléfono?
-”¿Cuál es el atractivo de los trenes?
-”Bueno, tal como digo en el libro, «la India funciona porque el ferrocarril funciona». ¿Ha estado usted en la India? Los caminos, simplemente, no sirven. Se puede vivir en un tren: se puede leer, escribir, comer, dormir o mirar por la ventana. No tengo quejas acerca del tren aparte, puede, de que van atestados. Con los vuelos, los autobuses, el coche-¦ siempre hay algún motivo de queja, ya sea el tráfico, el confinamiento, los cinturones de seguridad, la persona que llevas al lado. Subirse a un avión es como atarse a un cohete; no hay nada bueno en el avión a excepción del hecho de que te lleva al sitio. Hay quien dice que le encanta volar. ¿Qué tiene de encantador?
-”¿Cómo han cambiado a través del tiempo?
-”Muy poco. En Japón sí dan la sensación de confinamiento, por lo rápido que van y porque el espacio es un bien escaso. Además, es posible que sean el futuro de los viajes en muchos sitios. En Estados Unidos se habla del aumento y la ampliación del servicio. En El gran bazar del ferrocarril tuve la sensación de estar ante el fin de una era y que los trenes desapareciesen por completo. Treinta y cinco años más tarde, ahí siguen.
-”Usted parece muy consciente de ser «americano». ¿Se sintió aliviado cuando le denegaron el permiso de entrada en Irán y en Afganistán?
-”No, tenía verdaderas ganas de ir a Irán. Quería escribir sobre él por lo demonizado que se halla en el subconsciente norteamericano. Cierto, me siento norteamericano porque lo soy. Si estuviese usted viajando por los Estados Unidos, ¿no se sentiría usted británico, Jim? La guerra ha añadido un cierto porcentaje de carga; vivimos en un mundo perverso en el cual estamos presentes en Irak, estamos presentes en Afganistán y tenemos que dar muchas explicaciones. El viaje ideal, para mí, es anónimo. Me resultaría más difícil viajar siendo japonés, por ejemplo, debido a su historia y su implicación. Yo no soy americano de un modo visible, y no soy capaz de imaginar cómo puede ser viajar siendo una persona de color. Supongo que sentirán que destacan, me imagino. Yo no siento que destaque, y eso es una ventaja.
-”Alguien le describió hace poco como un explorador de la geografía del yo. ¿Le parece una afirmación correcta?
-”Probablemente, ya que el libro de viajes es en esencia autobiográfico. Lo que exploras es tu reacción ante las cosas. No es que yo desee hallarme necesariamente en primer plano todo el tiempo, pero no hay modo de evitarlo, es lo que sucede. No es que sea gran cosa, y no creo que sea algo admirable. Pienso que perderse uno mismo viajando y no escribir sobre ello es algo maravilloso, y yo también lo he hecho. Los grandes viajeros con quienes me he topado no han sido a la fuerza escritores, han sido gente que estaba de paso, simplemente, que vivía su vida en ruta. Yo eso lo admiro.