Un curioso contrapunto infantil

Memoria del odio

José María Menéndez López. Nº r.p.i.: LE-287. 90 pp.

Con una peculiar referencia editorial y una delicada y humanista dedicatoria («a amar se aprende, hijo») José María Menéndez López, autor de una obra original y variada, lleva a cabo una curiosa actualización de los cuentos tradicionales. Memoria del odio presenta una doble originalidad: la lectura de ciertos tópicos narrativos y la colaboración activa del hijo del autor. La obra avanza así en un doble plano. El autor narra las tribulaciones de ese príncipe asediado por extrañas obsesiones, pero la narración está realmente compartida con su hijo, quien interpela con admiración y afecto a sus padre, narrando, sugiriéndole posibles soluciones e interesándose por ciertos desenlaces. Surge así el contraste de la mirada ante la vida entre el adulto y el niño.

Con este planteamiento, Memoria del odio se transforma en una narración dual: sobre el bastidor temático de un cuento de contenido clásico, el lector asiste a la recreación de un mundo mítico, en el que el príncipe (cuyas obsesiones harán pensar a algún lector en la leyenda «Un rayo de luna») se convierte en paradigma de ciertas actitudes. En las páginas impresas en cursiva, ese pasado mítico se transforma en un presente humano, donde las actitudes infantiles sirven de bella e inesperada perspectiva, y complementación a la vez, de la narrativa tradicional.

Tal vez, este afortunado haz y envés literario que el planteamiento de la obra supone, adolezca de una limitación: su brevedad. La originalidad del recurso es posible que hubiera exigido una extensión mayor, pero casi nunca es razonable ni está fundamentado que el lector critique la génesis de una obra de esta condición.

JOSÉ MARÍA MENÉNDEZ LÓPEZ: Ver Filandón, número 1.134: 8 de marzo de 2010