Diario de León

Como se escribe sobre la piel de una amante

Publicado por
NICOLÁS MIÑAMBRES
León

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En la ciudad sumergida

José Carlos Llop. Ed. RBA Libros, Barcelona, 2010. 332 pp.

Como se escribe sobre la piel de una amante y como una amante escribe para siempre sobre tu propia piel» son las palabras con las que José Carlos Llop finaliza esta apasionada y admirable visión de Palma de Mallorca, su ciudad. Como tantos autores que evocan un lugar determinado por el que sienten una honda pasión, el autor confiesa que Palma esconde una doble mirada: la mirada psicológica que nace de su tierra y la visión universal en la que el recuerdo y las vivencias la transforman: «Palma, una ciudad que ha sido no sólo mi ciudad natal, sino la ciudad en la que aprendí a vivir otras ciudades que también he amado» (p. 16).

Paralela a esta mirada se refleja una imagen progresiva, perfecta gradación de lo que el recuerdo del escritor va recuperando en su proceso creativo, siempre enriquecido a través de los recuerdos. Resulta muy evocador el mundo de la adolescencia y juventud, anclada en espacios, lecturas y canciones inolvidables. La madurez cultural le permite al escritor ir dotando su mirada de los espacios mallorquines de connotaciones y adherencias cultas, tanto a través de las propias vivencias como de la influencia de eminentes intelectuales. En ellos bebe la sensibilidad de José Carlos Llop, de llamativa permeabilidad. Tan importantes son los clásicos como lo son escritores consagrados: Camus, Borges, Alomar, Sureda, Bonanova, Robert Graves... Decisiva es la influencia de escritores con los que el autor mantuvo relación personal, a veces muy intensa. Es el caso de Mario Verdaguer, Cristóbal Serra y especialmente Andrés Ferrer, mito intelectual y humano para el autor. Sin olvidar a Cela, ensalzado por José Carlos Llop después de su muerte como pocos intelectuales lo han hecho. Por encima de todos ellos, flota la presencia literaria, indeleble y casi sacrosanta, de los hermanos Villalonga.

Todas estas influencias alcanzan su cima en la personalidad de Miquel Barceló, intérprete pictórico de este mundo cuya esencia pretende recrear el autor. El pintor es el portavoz estético ideal del barroco mallorquín, presente «en la naturaleza: en el fondo del mar, en los retorcidos olivos centenarios, en las fabulosas cuevas de la isla y en el esplendor -“colorista y formal- de un huerto de verano» (p. 298). El capítulo «Hotel Saratoga» es una suerte de dramatis personae del sustrato cultural de ambos creadores.

La variedad de registros literarios, el trasfondo cultural, una sensibilidad felizmente exacerbada por Palma de Mallorca y un estilo jugoso y plástico hacen de En la ciudad sumergida una obra memorable en este género literario de la recreación de los espacios personales, tantas veces profanado por la ignorancia, la urgencia o la estulticia.

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