Diario de León
Publicado por
MANUEL ABILIO RABANAL
León

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En el mismo cielo vuelan el halcón y la paloma; conviven y mueren según la ley del más fuerte. Para evitarlo hay que mejorar el vuelo de la paloma ya que otras soluciones serían casi imposibles.

A medida que se envejece uno se da cuenta de que el tiempo se ha pasado demasiado rápido y quedan muchas cosas por hacer, muchos deseos por cumplir y muchas ideas que transmitir.

Entre las alabanzas y las críticas furibundas y destructivas sólo media la envidia cuando no la venganza y la represalia; parece ser el deporte nacional.

Si la pasión se hace racional o la razón se pretende pasional, ambas pierden el encanto de lo propio y caminan hacia el absurdo, sin ningún valor.

Elegir la belleza personal como lema es bastante absurdo, porque su duración es muy limitada en el tiempo, mientras la inteligencia tiene carácter permanente y va dejando su huella.

La publicidad proporciona grandes ventajas a quien la utiliza: puede encumbrar casi desde la nada y derribar desde las cumbres más elevadas. Puede hacer «intelectuales» donde sólo hay eruditos locales.

Para defendernos de los males y de las enfermedades utilizamos la resignación; por eso ante una vida de problemas se nos promete una felicidad eterna, pero, eso sí, después de la muerte.

¿Por qué siempre queremos conseguir lo que no tenemos y alcanzar lo que no somos? El individuo marca las inquietudes, pero hace falta capacidad de asimilación y sentido práctico.

Cuando se queman libros no se eliminan los peligros de «herejías» ni triunfará la heterodoxia maligna sino el pensamiento oficial, que es casi decir el pensamiento único.

Los castigos eternos y los juicios finales son fórmulas para infundir temor y conseguir el sometimiento a las doctrinas oficiales de la religión y así manipular a los creyentes.

Por cada vencedor suele haber muchos perdedores; por eso es tan importante asimilar los fracasos y utilizarlos para que puedan servir de acicate y procurar mejorar.

Rutina y aburrimiento son situaciones que inutilizan la vida amorosa. De ahí la necesidad de buscar nuevos caminos que posibiliten actividades nuevas y emociones generosas y compartidas.

Cuando se toma conciencia de tiempo festivo en las vacaciones se acentúa la exigencia de derechos, se olvidan las obligaciones y la agresividad nos hace insoportables.

Recuperar la pasión significa en ocasiones mirar hacia el amor prohibido, porque lo cotidiano pierde interés y se necesita algo excepcional.

Algunas enseñanzas han sido definidas como heterodoxas y heréticas pero sólo porque eran minoritarias; cuando consiguen mayorías se identifican con la oficialidad y como doctrinas ortodoxas aceptadas.

Al hacer caridad y dar limosna constatamos que las conciencias remuerden y hay que aplacarlas. Suele coincidir con la idea de que se mantengan las desigualdades.

El afán de permanecer en el tiempo tiene muchas versiones posibles; siempre se intenta no morir del todo, cuando se consigue la paternidad, se escribe un libro y se planta un árbol.

A quien reconoce y defiende los derechos de todos, aunque no sean de sus mismas ideas, se le suele colgar el calificativo de traidor; se confunde la libertad con el uniforme.

Algunos manipuladores establecen como principio de comportamiento que no es bueno pensar y preocuparse por los demás, porque puede producir trastornos mentales. La capacidad de cinismo es casi infinita.

La Historia no debe explicarse en términos de buenos y malos. Lo que importa es que queden claros los acontecimientos generales y las circunstancias vitales concretas.

Si se utilizan la justicia, la generosidad, la solidaridad y la entrega a la hora de gobernar, probablemente no será necesaria la caridad, porque además implicaría humillación.

No debería ser la norma la desvergüenza política, pero la evidencia desmiente los buenos deseos. Quizá para perder el pudor sea necesario haberlo tenido alguna vez. Hay valores que no surgen de la nada.

En el momento en el que alguien se divierte por obligación pierde las bondades de la alegría. Lo deseable es conseguir una diversión alegre con final feliz.

La insolencia es el fruto maduro del árbol de la ignorancia. Así se elimina el civismo y se dificulta la convivencia. Acto seguido llega la agresión.

Seguramente es más conveniente reírse de uno mismo que enfadarse y culparse sin motivo; son buenas pruebas de salud mental y de capacidad ideológica.

Hoy casi todo depende de los medios de comunicación. La creación literaria tendrá éxito en función de la propaganda más que por la valoración de la obra en sí.

La idea de una Europa cristiana deberá ser revisada; de lo que no hay duda es de una Europa forjada a partir del pensamiento clásico.

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