«Con el color de lo duradero»
El paisaje prometido
José S. Carralero. Textos de varios autores. Edición de Alfredo Pérez Alencart. Ed. Sociedad de Estudios Literarios y Humanísticos de Salamanca, Salamanca, 2010. 152 pp.
Siempre he dicho y he escrito que los caminos del arte se interrelacionan de continuo hasta acabar fundiéndose -“escribe Antonio Colinas en uno de los textos aquí publicados-”. A veces, estas relaciones o sintonías en las que nos reconocemos (y que tanto nos ayuda a crecer), se dan entre los mismos creadores; aunque éstos sean de signo y de vocación distintos».
Un ejemplo bien claro de lo dicho es este libro, cuyo subtítulo explicativo deja bien definida su propuesta: Sesenta y ocho poetas del mundo para un pintor de Castilla y León . Uno no sabe cómo se ha gestado el libro. Sospecha, simplemente, que enviando en la mayoría de los casos una obra del pintor a los autores de los textos. De cualquier forma, lo importante, en esta ocasión, no es tanto el origen como el resultado, magnífico por cierto.
Alemania, Argentina, Brasil, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Croacia, Cuba, Chile, El Salvador, España -”dos leoneses: Antonio Colinas y Antonio González Guerrero-”, Estados Unidos, Francia, Honduras, Indonesia, Inglaterra, Irak, Japón, México, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal y Venezuela. Esta es la amplia nómina de procedencias, que corroboran, por una parte, la amplísima nómina de afectos hacia el pintor de Cacabelos, y, por otra, la universalidad de su obra, que es una de las referencias conceptuales más importantes a la hora de la valoración de una trayectoria pictórica o artística, creativa en definitiva. Es una confirmación de cómo José S. Carralero tiene un espacio reservado en la historia de la pintura, más específicamente en su vertiente paisajística.
En el texto inaugural de este libro su responsable último, Alfredo Pérez Alancart, afirma en unos versos del poema «El paisaje prometido o visitación a Carralero»: «Entonces amarás el fragor plenario del paisaje / que Carralero estira y arrastra / en su torbellino de silencio, en su extrema comunión / con estos suelos. Entonces / no harás frías preguntas / porque el caudal de los rostros quedaron pintados / con el color de lo duradero».
Nada más se puede decir.
Generalmente, la obra se dispone con la reproducción de un cuadro de Carralero en página impar (a la derecha, una forma de muestra destacada) y el texto -“en edición bilingüe en algunos casos-” en la opuesta. Buenas reproducciones a color sobre papel de calidad, multiplicidad de sugerencias sobre la obra del pintor leonés, el título se convierte en una referencia muy atractiva y rica. Entre los elementos que conforman esa riqueza, el hecho de que se convierta esta publicación en una auténtica antología pictórica, que añade, como es lógico, las características técnicas de cada una de las obras. Sería más que suficiente justificación para el convencimiento de que estamos ante un libro de obligado cumplimiento, fórmula, sin duda, de la estima que uno siente por él.