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Publicado por
León

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Ser invisible no me ha producido ventajas ni satisfacciones. En el fondo es casi como ser ciego o como ser mudo. Supongo que habrá más de una mujer invisible con la que pueda tener una relación pero como no las veo me es muy difícil establecer contacto con ellas. Por otra parte debo renunciar a saber si me gustan físicamente y yo soy, a pesar de mi desgracia, muy físico, por decirlo lisa y llanamente.

Así que me he dedicado durante mucho tiempo a hacer de voyeur. Sí, ya sé que no está bien visto, pero que no me hablen a mí de lo que está bien visto-¦ Tengo que permanecer además en silencio absoluto, reprimiendo casi la respiración mientras las parejas jadean. No es fácil. Pero debo hacerlo si no quiero que se repita lo del muchacho que ligaba por primera vez y al oírme tuvo un infarto o un aneurisma o yo qué sé.

Ahora, como ya me he cansado de tanto espiar parejas, me voy a los mítines de los políticos y cuando están en la cima de su discurso, yo, por el mismo micrófono del líder de turno, grito: «¡Mentira, todo esto que acabo de decir no se lo crean, que no lo voy a cumplir-¦!».

Lo digo así, en primera persona, como si fuera él quien hablara, súbitamente arrepentido de sus embustes. No sé si mi desgracia servirá al menos para regenerar a nuestra clase política.